¿Quién inventó do re mi fa sol la si?

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El sistema de notas musicales do, re, mi, fa, sol, la, si, que usamos hoy, se debe en gran parte a Guido de Arezzo, un monje benedictino del siglo XI. Su innovador sistema simplificó la escritura y el aprendizaje de la música, dejando una huella imborrable en la historia musical.

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Guido de Arezzo: El Monje que le Dio Nombre a la Música

Cuando escuchamos una melodía, tarareamos una canción o aprendemos a tocar un instrumento, rara vez nos detenemos a pensar en el origen del lenguaje musical que utilizamos. Pero detrás del familiar “do, re, mi, fa, sol, la, si” se esconde una historia fascinante que se remonta al siglo XI y a un monje benedictino llamado Guido de Arezzo.

Si bien la música existía mucho antes de Arezzo, su notación y aprendizaje eran un proceso complejo y engorroso. Las melodías se transmitían oralmente, dependiendo de la memoria y la habilidad del intérprete, lo que dificultaba la estandarización y la difusión de las composiciones. Fue en este contexto que Guido de Arezzo ideó un sistema revolucionario que transformaría para siempre la manera en que se escribía y aprendía la música.

La contribución más significativa de Guido fue la creación de un sistema de notación musical basado en un pentagrama (cinco líneas horizontales) y la asignación de nombres a las notas musicales. Estos nombres no fueron elegidos al azar; de hecho, Guido se inspiró en la primera sílaba de cada verso del himno a San Juan Bautista, “Ut queant laxis resonare fibris”, escrito por Pablo el Diácono. Cada verso de este himno ascendía en tono, lo que facilitó la asociación de cada sílaba con un sonido específico.

Así, tomó:

  • Ut (que posteriormente se cambió a Do por razones de eufonía, sugiriendo la palabra “Dominus”, Señor en latín)
  • Re (resonare)
  • Mi (mirabilis)
  • Fa (factorum)
  • Sol (solve polluti)
  • La (labii reatum)

Y finalmente, añadió Si (Sancte Iohannes), aunque no derivado directamente del himno.

Este sistema, en su simplicidad y elegancia, permitió a los músicos leer y cantar melodías con mayor precisión y consistencia. Facilitó la enseñanza de la música, permitiendo que incluso personas sin un talento musical excepcional aprendieran a cantar y a tocar instrumentos.

La innovación de Guido de Arezzo no se limitó a la nomenclatura de las notas. También desarrolló un sistema de mano guidoniana, un mnemotécnico visual que ayudaba a los cantantes a recordar las notas y sus relaciones. Esta herramienta didáctica fue fundamental para la difusión de su método y su rápida adopción en toda Europa.

En resumen, si bien la música existía antes de Guido de Arezzo, fue él quien le dio una voz escrita, un nombre y un método. Su sistema de notación, basado en el pentagrama y las notas musicales “do, re, mi, fa, sol, la, si”, simplificó la escritura y el aprendizaje de la música, dejando una huella imborrable en la historia musical que resuena hasta nuestros días. Su legado perdura en cada partitura, en cada lección de música y en cada melodía que disfrutamos. Guido de Arezzo no solo inventó nombres, sino que inventó una nueva forma de entender y apreciar la música.