¿Cómo distinguir una subordinada sustantiva de una de relativo?
¡Ay, qué lío con las subordinadas! Para mí, la clave está en el papel que juega la oración dentro de la oración principal. Si la subordinada puede ser sustituida por un sustantivo (eso, algo), es sustantiva. Si, en cambio, describe o modifica a un sustantivo, como un adjetivo, es de relativo. Me cuesta mucho menos con ejemplos concretos que con definiciones abstractas. ¡La práctica hace al maestro!
¡Subordinadas, por favor, ¡explicadme esto! (Una aproximación personal)
Ay, sí, ¡las subordinadas! Esas oraciones que se cuelan en otras, como invitados inesperados en una fiesta. A veces son bienvenidas, aportando matices y riqueza, otras veces… ¡un poco pesadas! Y lo que más me lío es distinguir entre las sustantivas y las relativas. Sé que hay reglas, definiciones… pero a mí, la verdad, me cuesta mucho más con la teoría que con la práctica. Así que, vamos a intentar aclararlo con ejemplos, que es como mejor lo entiendo. Y, por favor, ¡paciencia!
La clave, como digo al principio, está en la función que cumple la oración subordinada dentro de la oración principal. Es como un juego de roles: ¿qué hace esa oración pequeña dentro de la oración grande? ¿Actúa como un sustantivo, o como un adjetivo?
Las subordinadas sustantivas: el sustantivo camuflado
Imagina que tienes una oración principal, digamos: “Sé algo importante”. Ese “algo importante” es un sustantivo, ¿verdad? Pues bien, una subordinada sustantiva hace exactamente esa función: sustituye a un sustantivo. Puede ser el sujeto, el objeto directo, el complemento del nombre… ¡todo lo que un sustantivo puede ser!
Ejemplos:
- Sujeto: Que llueva mañana me preocupa. (La subordinada “que llueva mañana” hace la función de sujeto, sustituyendo a algo como “La posibilidad”).
- Objeto directo: Quiero que vengas a mi casa. (La subordinada “que vengas a mi casa” es el objeto directo del verbo “quiero”, sustituyendo a algo como “tu visita”).
- Complemento del nombre: Tengo la esperanza de que todo vaya bien. (Aquí, la subordinada “de que todo vaya bien” complementa al nombre “esperanza”).
Fíjate que en todos estos ejemplos, la subordinada podría sustituirse por un simple pronombre o sustantivo: “Eso me preocupa”, “Quiero eso”, “Tengo esa esperanza”. Si funciona la sustitución, ¡bingo! Es una subordinada sustantiva.
Las subordinadas relativas: el adjetivo encubierto
Las subordinadas relativas, en cambio, funcionan como adjetivos. Modifican o describen un sustantivo de la oración principal, añadiendo información extra. Piensa en ellas como un adjetivo sofisticado, que proporciona más detalles.
Ejemplos:
- El libro que me regalaste es fantástico. (La subordinada “que me regalaste” describe el libro, añadiendo información sobre su procedencia. Podríamos decir: “El libro regalado es fantástico”).
- La casa, cuyas ventanas daban al mar, era preciosa. (La subordinada “cuyas ventanas daban al mar” añade información descriptiva sobre la casa).
Aquí, la clave es que la subordinada no puede sustituirse por un sustantivo sin perder el sentido. No podemos decir: “El libro eso es fantástico”. La subordinada relativa está intrínsecamente ligada al sustantivo que modifica. Además, siempre van introducidas por un pronombre relativo (que, cual, quien, cuyo, etc.).
Un truco para distinguirlas:
Si dudas, intenta sustituir la subordinada por un pronombre o sustantivo simple. Si funciona sin perder el significado, es sustantiva. Si no funciona, es relativa.
Conclusión: la práctica, la mejor aliada.
Como decía al principio, la teoría es importante, pero la práctica es fundamental. Cuanto más leas y escribas, más fácil te resultará distinguir entre ambos tipos de subordinadas. No te desanimes si al principio te cuesta. Es un tema que requiere paciencia y mucha práctica. ¡Ánimo! ¡Ya verás como con el tiempo se te hará mucho más sencillo!
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