¿Cómo poner límites a un adolescente?
Para poner límites a un adolescente:
- Muestra empatía y negocia.
- Sé firme y consistente.
- Hazle responsable de sus actos.
- Respeta para obtener respeto.
- Usa los privilegios como herramienta.
Uf, ¿cómo poner límites a un adolescente? A veces siento que estoy hablando con una pared. O peor, ¡con un volcán a punto de erupcionar! No es fácil, ¿verdad? Esta lista de consejos que encontré por ahí dice que hay que mostrar empatía y negociar… ¿Negociar? ¿Con alguien que cree saberlo todo? A ver, no digo que sea imposible, pero a veces me dan ganas de… Bueno, mejor respiro hondo. Recuerdo cuando mi hija, Sofía, tenía 15 años y quería ir a un concierto que terminaba a las tantas de la madrugada. Yo, muerta de miedo, le dije que no. ¡Se armó la de Troya! Gritos, portazos… el drama completo. Intenté, sí intenté, negociar. Le dije que si demostraba ser responsable durante la semana siguiente, lo reconsideraría. Y funcionó, ¿lo puedes creer? O sea, la empatía y la negociación… a veces sí sirven.
Luego está eso de ser firme y consistente. ¡Ay, la consistencia! Mi talón de Aquiles. Un día digo una cosa y al otro… bueno, ya me entiendes. Pero con Sofía aprendí que si cedo una vez, luego me pide la Luna. Así que, aunque cueste, hay que mantenerse firme. Como con el tema del móvil. Le pusimos un límite de dos horas al día, y aunque protestó (¡y cómo!), al final lo aceptó. Porque vio que no iba a ceder. Supongo que eso de ser consistente da sus frutos, aunque sea a largo plazo.
Y la responsabilidad… Esa es otra historia. Leí por ahí que los adolescentes necesitan sentir las consecuencias de sus actos, algo así como un 80% de los expertos lo recomiendan, no sé si es cierto, pero suena lógico. Si Sofía no recogía su cuarto (que parecía un campo de batalla, te lo juro), no podía salir con sus amigas. Duro, sí, pero efectivo. Aprendió que sus acciones tienen consecuencias, aunque me costara a mí también.
Respeto para obtener respeto. Esta es fundamental. ¿Cómo voy a exigirle respeto si yo no la respeto a ella? Trato de escucharla, de entender su punto de vista, aunque a veces no lo comparta. Y, sorprendentemente, funciona. Nos gritamos menos y hablamos más. Aunque a veces me dan ganas de… bueno, ya sabes.
Y finalmente, los privilegios como herramienta. El móvil, las salidas, la paga… Todo eso puede ser un buen incentivo. Pero hay que usarlo con cuidado, ¿no crees? No quiero que sienta que la estoy manipulando. Es un equilibrio delicado.
En fin, que ser padre de un adolescente es una montaña rusa. Subidas, bajadas, vueltas… Pero al final del día, lo importante es el amor y la comunicación, ¿o no? Aunque a veces… ¡Ay, estos adolescentes!
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