¿Cómo se les dice a las personas que dicen frases?

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Se puede describir a alguien que emplea un lenguaje elaborado y rebuscado para impresionar a los demás como una persona afectada o artificiosa. Su comunicación se centra más en la apariencia de erudición que en la claridad o la sinceridad, buscando destacar por encima del resto mediante un léxico complejo.

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Más allá de las palabras: Descifrando el lenguaje de quienes “dicen frases”

A menudo nos encontramos con individuos que, en lugar de comunicarse con naturalidad, parecen construir sus frases como si fueran intrincados mosaicos lingüísticos. No se trata simplemente de un amplio vocabulario, sino de una utilización deliberada y, a veces, ostentatoria del lenguaje, con el objetivo principal de impresionar, aunque ello implique sacrificar la claridad y la autenticidad. A estas personas, a quienes podríamos describir coloquialmente como “los que dicen frases”, se les puede aplicar una variedad de adjetivos, dependiendo del contexto y la intención percibida.

El término “afectado” es quizás el más común y preciso. Este adjetivo refleja la artificialidad inherente a su forma de hablar. Su lenguaje es una máscara, un intento de proyectar una imagen de superioridad intelectual o cultural que, en muchos casos, carece de sustento real. Emplean palabras rebuscadas, construcciones sintácticas complejas y un léxico poco común, no para facilitar la comprensión, sino para destacar su supuesta erudición. La finalidad es impresionar, a veces incluso intimidar, a través de una demostración de conocimiento lingüístico que eclipsa el mensaje en sí.

Sin embargo, “afectado” puede resultar un poco genérico. Podríamos precisar más con adjetivos como “artificioso”, “pretencioso” o incluso “pedante”. “Artificioso” resalta el carácter artificial y elaborado de su discurso, mientras que “pretencioso” pone énfasis en la ambición de superioridad que motiva su lenguaje ostentoso. “Pedante”, por su parte, añade una connotación negativa más fuerte, sugiriendo una actitud arrogante y condescendiente hacia aquellos que no comparten su supuesto nivel de conocimiento lingüístico.

La clave para distinguir entre un rico vocabulario y un lenguaje “afectado” reside en la intención. Alguien con un vocabulario amplio utilizará las palabras adecuadas para expresar sus ideas con precisión y claridad. En cambio, la persona que “dice frases” emplea un lenguaje recargado y elaborado como un fin en sí mismo, buscando el efecto antes que la efectividad comunicativa. Su objetivo no es comunicar, sino impresionar, y en ese intento, a menudo se pierde el significado en un laberinto de palabras.

En conclusión, la descripción de alguien que utiliza un lenguaje excesivamente elaborado no se reduce a un solo adjetivo. “Afectado”, “artificioso”, “pretencioso” y “pedante” son solo algunas de las opciones disponibles, cada una con sus matices y connotaciones, que permiten una comprensión más precisa del fenómeno comunicativo que esconde este tipo de discurso. La clave para identificarlos reside en analizar la intención subyacente: ¿busca comunicar o simplemente impresionar? La respuesta a esta pregunta nos permitirá comprender mejor la verdadera naturaleza de su lenguaje.