¿Cuál es el papel del filamento en el experimento de Frank Hertz?

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En el experimento de Frank-Hertz, el filamento emite electrones que son acelerados hacia la rejilla G2 mediante un potencial VG2K. La rejilla G1 reduce la acumulación de carga negativa alrededor del cátodo. Estas rejillas, construidas con malla de alambre, permiten el paso de los electrones hacia la placa (A), que está ligeramente negativa para regular el flujo.

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El Filamento en el Experimento de Franck-Hertz: La Chispa que Inicia la Cuantización

El experimento de Franck-Hertz, seminal en la historia de la física cuántica, demostró de manera contundente la cuantización de la energía en los átomos. Aunque el aparato en sí es relativamente sencillo, cada componente juega un papel crucial en el funcionamiento del experimento. En este artículo, analizaremos la importancia del filamento, ese elemento aparentemente simple que desencadena la cascada de eventos que nos revelan la naturaleza discreta de la energía atómica.

En el corazón del experimento, el filamento actúa como la fuente primaria de electrones. Funciona según el principio de la emisión termoiónica. Al ser calentado por una corriente eléctrica, el filamento adquiere una temperatura elevada, proporcionando a los electrones dentro de su estructura la energía cinética necesaria para superar la barrera de potencial superficial del material. En otras palabras, el calentamiento permite que los electrones “evadan” el filamento y sean liberados al vacío.

La cantidad y energía de estos electrones liberados son cruciales. El filamento no solo debe proporcionar un flujo constante de electrones, sino que también debe emitirlos con una energía inicial baja y predecible. Esto es importante porque el experimento mide la energía que adquieren los electrones al interactuar con los átomos de gas (típicamente mercurio) dentro del tubo. Si los electrones ya tuvieran una energía inicial muy alta y variable, sería difícil discernir la energía que han ganado (o perdido) al colisionar con los átomos de mercurio.

Una vez liberados del filamento, estos electrones son acelerados hacia la rejilla G2 (conectada a un potencial positivo VG2K) por la acción de un campo eléctrico. Esta aceleración es lo que proporciona a los electrones la energía necesaria para chocar con los átomos de mercurio presentes en el tubo.

Es importante destacar la influencia de la rejilla G1, ubicada entre el filamento y G2. Esta rejilla, a menudo llamada “rejilla de control espacial”, está diseñada para minimizar el efecto de carga espacial negativa. La acumulación de electrones alrededor del filamento (la “carga espacial”) podría repeler los electrones emitidos, limitando el flujo y modificando su energía inicial. G1 ayuda a dispersar esta carga espacial, creando un campo eléctrico más uniforme y permitiendo un flujo de electrones más eficiente y controlado hacia G2.

Finalmente, los electrones que superan la rejilla G2 se dirigen hacia la placa colectora (A), que se mantiene a un potencial ligeramente negativo con respecto a G2. Esta pequeña diferencia de potencial actúa como un “freno”, rechazando los electrones de baja energía que han perdido energía en las colisiones con los átomos de mercurio. Sólo los electrones que han conservado suficiente energía cinética para superar esta barrera alcanzarán la placa, donde se mide la corriente.

En resumen, el filamento no es simplemente una fuente de electrones. Es el punto de partida de todo el experimento, proporcionando los electrones con la energía inicial adecuada, permitiendo que la aceleración y las colisiones con los átomos de mercurio revelen la naturaleza cuantificada de la energía atómica. Sin un filamento estable y con una emisión controlada, la observación de los “escalones” característicos en la curva de corriente en función del voltaje, que demuestran la cuantización, sería imposible. Es, por tanto, un componente indispensable para la demostración de este principio fundamental de la física cuántica.

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