¿Dónde se va el Sol cuando oscurece?

¿A dónde se va el sol cuando oscurece? Me lo preguntaba mucho de pequeña, ¿a ti no? Imaginaba que se escondía detrás de las montañas, como si jugara al escondite. ¿Quién no ha pensado alguna vez en un sol gigante, cansadísimo después de un día iluminándonos, yéndose a descansar a algún lugar mágico?

Pues resulta que no, que no se va a ningún lado. Es la Tierra, ¡sí, la Tierra!, la que se mueve. Gira, como una peonza, hacia el este. Y por eso vemos aparecer al sol por el este, todo glorioso al amanecer –recuerdo esos amaneceres en la playa, con el olor a salitre y el sol pintando el cielo de naranja–, y desaparecer por el oeste, dejándonos con ese cielo rojizo y violeta que a veces… ¿no te parece mágico?

Es nuestra perspectiva, nuestra posición en este planeta giratorio, la que cambia. El sol sigue ahí, imperturbable, brillando. Es como cuando das vueltas en un tiovivo y ves a tu madre aparecer y desaparecer, aparecer y desaparecer… Ella sigue ahí, claro, eres tú el que gira. Pues con el sol, igual.

Dicen –leí por ahí que la Tierra gira a unos 1.600 kilómetros por hora, ¡una barbaridad!– que esa rotación es la que nos da el día y la noche. A veces me cuesta imaginarlo, tanta velocidad, tanto movimiento… Pero si lo piensas, es fascinante, ¿no? Que algo tan simple como girar nos regale el sol, la luna, las estrellas… Es como un gran truco de magia cósmico.