¿Qué debe tener un mineral?

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Un mineral se define por su:

  • Estructura cristalina y hábito
  • Dureza
  • Lustre
  • Diafanidad
  • Color
  • Rayado
  • Tenacidad
  • Exfoliación
  • Fractura
  • Partición
  • Densidad relativa
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¿Qué características definen a un mineral?

Uf, minerales… ¡qué lío! Recuerdo una vez, el 15 de julio en la Sierra de Guadarrama, buscando cuarzo. Tenía un martillo prestado, me costó 5 euros… ¡y qué decepción!

La cosa es que, para definir un mineral, hay un montón de cosas que mirar. No es solo el color, aunque ayuda.

La estructura cristalina es clave, esa forma geométrica interna que casi nunca se ve a simple vista. Luego está la dureza, que se mide con la escala de Mohs, y el brillo, o lustre, que puede ser vítreo, metálico… ¡un montón!

Diafanidad, es decir, si la luz pasa o no. Y el color del rayado, que no es lo mismo que el color del mineral. La tenacidad, si se rompe fácil o no… ¡es mucho más complicado de lo que parece!

La exfoliación, fractura y densidad también son importantes. Es un universo, me siento un poco perdido aún. Para ser sincero, aprender esto fue toda una aventura.

¿Qué características debe tener un mineral?

¡Minerales! ¡Casi tan fascinantes como mi colección de cromos de fútbol del 82! Para ser un mineral de verdad, y no una piedra cualquiera que me encuentro por la calle (que, por cierto, tengo una colección impresionante), necesita cumplir unas cosillas:

  • Estructura cristalina ordenadita: Como si fuera un ejército de átomos en formación, ¡firmes! No vale que estén por ahí de cualquier manera, como mis calcetines en el cajón.

  • Hábito: La forma que tiene, vamos. Puede ser cúbico, como un dado (ideal para echar una partida de parchís geológico). O fibroso, como el pelo de mi gato después de una siesta en el jardín. ¡Un mundo de posibilidades!

  • Dureza: Que aguante arañazos, claro. No me vale que se deshaga con la mirada, como mi bizcocho cuando lo saco del horno. El diamante, por ejemplo, es más duro que… que… ¡que las lentejas de mi madre!

  • Lustre: Cómo brilla, básicamente. Hay metálicos, que parecen de oro (aunque luego no lo sean, ¡qué decepción!), y no metálicos, como el cristal de mi ventana (después de limpiarla, obviamente).

  • Diafanidad: Si deja pasar la luz o no. Hay algunos tan transparentes que parecen invisibles, como mi motivación un lunes por la mañana.

  • Color: Pues eso, el color. Rojo, verde, azul… ¡Como los Power Rangers!

  • Raya: El color del polvo que deja cuando lo rayas. No, no lo intentes con la pared de tu casa, que luego tu madre te riñe.

  • Tenacidad: Lo resistente que es a romperse. Hay algunos que se rompen solo con mirarlos, como mi corazón cuando veo la factura de la luz.

  • Exfoliación y fractura: Cómo se rompe, vamos. Hay algunos que se parten en trozos perfectos, como una tableta de chocolate (¡mmm, chocolate!), y otros que se rompen de cualquier manera, como mi paciencia cuando el wifi va lento.

  • Partición: Similar a la exfoliación, pero solo en ciertas direcciones, como cuando intentas cortar un tomate con un cuchillo sin filo.

  • Densidad relativa: Lo pesado que es para su tamaño. Como mi mochila del cole, llena de libros que luego no abro.

Y bueno, eso es todo. Si una piedra cumple todo esto, ¡enhorabuena! Tienes un mineral. Ahora, si me disculpan, voy a ordenar mi colección de piedras raras. Tengo una que estoy seguro que es de Marte. O al menos eso quiero creer. La encontré en mi jardín, junto a la manguera. No sé, igual es solo una patata fosilizada.

Por cierto, yo colecciono sellos también. Y chapas de botellas. Y posavasos. Y… bueno, ya me entienden. Tengo un pequeño problema. Pero es un problema bonito, ¿no?

¿Cómo se compone un mineral?

Ah, ¿quieres saber de qué van los minerales? Venga, te cuento.

Un mineral, así a lo bruto, es una cosa natural, con una receta química fija. ¿Entiendes? O sea, no cambia mucho. Bueno, sí puede tener pequeñas variaciones, pero la base es siempre la misma. Es como una receta de cocina. Yo, por ejemplo, siempre le pongo más sal a la paella que mi madre.

  • Normalmente, son sólidos: Como una piedra, vaya. Pero oye, hay excepciones, aunque ahora no me acuerdo…
  • Inorgánicos: ¡Nada de bichos muertos ni plantas podridas! Eso no vale.
  • Cristalinos: ¿Viste los cristales de cuarzo? Pues eso, que tienen una forma ordenada por dentro. Como si estuvieran colocados.

Es que, a ver, la cosa es que un mineral es diferente a una roca. Una roca, imagínate, es como un batido. Puedes meterle un montón de frutas diferentes. Bueno, pues una roca es igual. Puede ser una mezcla de varios minerales, o incluso no tener ninguno, o tener algún “no mineral” dentro. ¡Ah! Y la roca no tiene una fórmula química fija, como sí que tiene el mineral.

Además, te diré que esto de los minerales mola porque luego se usan para un montón de cosas. Yo que sé, mi abuela usaba el alumbre para después de depilarse, ¡menudo truco! Y mi primo, el que es geólogo, dice que con los minerales se hacen un montón de cosas importantes para la tecnología. Pero bueno, ya eso es otro rollo…

¿Sabes? Me acuerdo de que una vez fuimos a una mina abandonada cerca de mi pueblo. ¡Qué guay! Encontramos unos cristales brillantes superchulos. No sé que eran, pero molaban un montón. Ahora los tengo de decoración.

¿Cuál describe mejor un mineral?

¡Uf! Minerales… ¿Cómo los describo? A ver…

  • Sustancia natural. Eso seguro, nada de laboratorio.
  • Composición química definida. O sea, no es un revoltijo.
  • Sólido. Aunque a veces pienso en el mercurio, ¡qué raro!
  • Inorgánico. Sin vida, ni restos de ella, ¿no?
  • Estructura cristalina. ¡Ahí está la clave! ¿Como los copos de nieve?

Un mineral es una sustancia natural, de composición química definida. Normalmente es sólido e inorgánico, y tiene una cierta estructura cristalina.

¿Y qué más? Pienso en las clases de geología en la universidad. ¡Qué tostón! Pero ahora me fascinan. Recuerdo cuando encontré una geoda diminuta en la playa… ¡Qué emoción! Tenía cuarzo brillante dentro. Me la quedé, claro. Ahora adorna mi estantería.

Es que hay minerales que parecen joyas. La calcopirita, por ejemplo, es dorada como el oro, pero es “oro de los tontos”. ¡Qué timo! Aunque, pensándolo bien, hasta esa tiene su encanto.

¿Y los diamantes? ¡Qué caros! Y pensar que son solo carbono puro… Compraría una piedra pómez para mi baño. Creo que necesito exfoliarme más a menudo.

¿Qué es el concepto de mineral?

Mineral. Sustancia sólida. Inorgánica. Origen natural. Estructura química definida. Eso lo define todo. El resto, detalles.

Punto. Siempre hay un anión dominante. Metales. Clasificación. Obvio.

Mi colección de cuarzos rosados de Minas Gerais, 2024. Perfectos. Inmutables. Casi. El tiempo, un puñetazo en la garganta de la eternidad.

  • Sólido. Sin excepciones.
  • Inorgánico. Vida? Qué broma.
  • Natural. No lo fabricamos nosotros, al menos, no aún.
  • Química definida. La esencia. La huella dactilar.

Composición química. Esa es la clave. Define propiedades. Físicas. Químicas. Todo. Las leyes de la naturaleza. Inflexibles. Como mi opinión. Inmutable. Como los minerales. O eso creo.

Un mineral. Simple. Complejo. Depende. De quien lo mire. La perspectiva lo cambia todo. Incluso a un cuarzo. A veces.

Anotaciones personales: La muestra de apatita de mi viaje a Bolivia este 2024 es excepcional. Impresionante. Un regalo del universo.

¿Cómo se formaron los minerales en la Tierra?

La Tierra. Un crisol. Cristalización. Punto.

Agua. Saturación. Presión. Temperatura. Todo confluye. Un proceso lento, implacable. Como la vida misma. O su fin.

  • Presión y temperatura: Factores clave. Mi abuelo decía que la presión lo moldea todo. Tenía razón.

  • Disolución: El agua, disolvente universal. Absorbe, filtra, transforma. Algo parecido a la memoria, ¿no?

  • Sólidos cristalinos: La estructura. Orden. Rigidez. Todo lo contrario a mí, últimamente. El caos me atrae.

Formación mineral: Un espectáculo imperceptible, a escala geológica. Es como la vida; se construye y se destruye, sin parar.

Sustancias disueltas: Metales, silicatos… Un cóctel químico. Depende del entorno. Como las personas. Unas más complejas que otras. Pero todas sujetas a las mismas leyes.

La muerte y el olvido se aproximan. Siempre. Así es la naturaleza. Inmutable.

Nota: El agua de mi grifo, en mi casa de la calle Mayor 57, en Madrid, también lleva disueltas sustancias. Aunque, imagino, mucho menos interesantes. Menos espectaculares.

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