¿Cuál es el factor del trabajo?

¡Ay, el factor trabajo! ¿Quién diría que algo tan técnico pueda sonar tan… humano?

Verán, el factor trabajo, en esencia, es esa energía, ese sudor, ese esfuerzo mental que cada uno de nosotros pone en hacer las cosas. Es, como dicen los economistas, el esfuerzo físico o mental que dedicamos a crear bienes y servicios. Pero, ¿es solo eso? Yo creo que no.

Piénsenlo un momento: mi abuela, por ejemplo, dedicó su vida a tejer mantas. ¿Era solo “trabajo”? No. Era amor, era tradición, era su manera de dejar una huella. Era un pedazo de ella misma entrelazado en cada puntada. Y ahora que lo pienso, ¿acaso mi trabajo como… bueno, como alguien que intenta ponerle palabras a las cosas, no es también un esfuerzo creativo? Uno que me cansa, claro que sí, pero que también me llena de satisfacción.

Los libros dicen que el factor trabajo es “esencial para la economía”. Y claro que lo es. Sin gente trabajando, nada se mueve. Pero más allá de los números y las estadísticas, es la esencia de lo que somos. Es la demostración de que podemos crear, construir, mejorar. Es, en fin, nuestra manera de generar valor.

¿Valor? Ahí está la clave. No se trata solo de producir más, sino de producir mejor. De usar nuestras habilidades y conocimientos para hacer cosas que realmente marquen la diferencia. ¿No les parece?

Y volviendo a mi abuela, ¿qué valor tenía cada una de sus mantas? Muchísimo más que el precio de la lana. Tenía el calor de su hogar, el recuerdo de su sonrisa, el cariño que transmitía con cada regalo. Y eso, amigos míos, eso también es parte del factor trabajo. Ese “algo más” que no se puede medir con un Excel, pero que lo hace, si me permiten la expresión, ¡tan jodidamente importante!