¿Qué pasa si ya no cotizo?

¿Qué pasa si ya no cotizo? Uf, ¡qué pregunta! Me da un escalofrío solo de pensarlo. ¿A quién no? Es como… ¿y ahora qué? Te imaginas, de repente, sin ese respaldo, esa red de seguridad que te da el IMSS. ¡Pánico total! Me acuerdo de mi tío Luis, que perdió su trabajo de toda la vida y estaba súper angustiado por esto. Pero bueno, respirando hondo, que no panda el cúnico. Resulta que el IMSS, a pesar de todo, nos da un respiro. Algo así como un “oye, tranquilo, que no te abandono del todo”. Aunque ya no estés metiendo lana cada quincena, te permite seguir teniendo acceso a ciertas cosas, como la pensión por invalidez –toco madera–, por cesantía –¡ojalá que no!–, o la de vejez, esa que todos esperamos con ansias.

¿No es un alivio? En serio, es como un peso menos encima. Recuerdo cuando me enteré de esto, me quedé más tranquila. Porque, seamos sinceros, la vida da mil vueltas, ¿no? Uno nunca sabe si de repente va a tener que dejar de cotizar, ya sea porque te quedas sin chamba –como mi tío– o porque te cambias a otro rollo, a lo mejor te haces freelance o emprendes algo por tu cuenta. ¡Y ahí está el IMSS, dándote chance! Claro, no es para siempre, pero es un tiempo valioso que te da para reubicarte, para organizarte y ver qué onda. Así que, aunque la idea de dejar de cotizar dé miedito, al menos sabemos que no nos quedamos completamente a la deriva. Es bueno informarse, ¿verdad? A mí me tranquiliza saber que hay opciones, que no todo está perdido. Ahora, a seguirle echando ganas y a aprovechar esa oportunidad que nos da el IMSS.