¿Qué puede hacer una persona con un poder notarial?

¿Qué puede hacer una persona con un poder notarial? Ay, Dios mío, la pregunta me sigue dando vueltas en la cabeza… ¿Cómo es posible que le haya dado a alguien tanto poder sobre mi vida?

Me siento, qué te voy a contar, abrumada. Un peso enorme en el pecho, como si llevara un castillo de naipes encima. Es que… ¡vender mi casa! La casa donde crecí, donde… ¡ay, recuerdos!… Poder hipotecarla… Es una responsabilidad inmensa, ¿no crees? Me da escalofríos solo pensarlo.

Claro, confío plenamente en mi hermana Ana, ¿quién mejor? La conozco desde siempre, sabemos todo la una de la otra. Pero, aunque sea mi propia sangre, la magnitud del poder que le he dado… es algo que me sigue dando vueltas. ¿Y si… qué pasaría si…? Mejor no pensar en escenarios catastróficos, ¿verdad? Aunque… uno nunca sabe.

Lo que sí tengo claro es que lo he hecho con el corazón en la mano. No ha sido una decisión frívola. La tomé tras pensarlo mucho, tras muchas noches sin dormir, haciendo cuentas, hablando con mi abogado… (que, por cierto, me cobró un ojo de la cara, pero bueno, la tranquilidad no tiene precio, ¿no?).

Recuerdo una vez, mi tía, que tenía un poder notarial parecido, terminó con problemas porque… bueno, la persona que ella eligió, no actuó precisamente con la transparencia que uno esperaría. Tuvo que ir a juicio, una historia larga y complicada, llena de abogados y papeles. Eso me hizo pensar y repasar mil veces la decisión.

Ojalá Ana actúe siempre en mi mejor interés. Ojalá lo haga con la delicadeza que se merece y con la diligencia que exige algo tan importante. Eso sí, lo he puesto por escrito tooooodo lo que quiero que haga y lo que NO quiero que haga, para dejarlo bien clarito, que no haya lugar a dudas. Un poco por si acaso, ¿no? Porque un poder notarial, al fin y al cabo, es algo serio, algo… ¿temeroso? Sí, temeroso es la palabra.

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