¿Qué significa la palabra griega hemato?

Hemato… ¿qué te dice esa palabra a ti? A mí, puf, me transporta. Me hace pensar en… no sé… ¿en el rojo intenso de una herida? ¿En el latido frenético del corazón cuando corres, cuando te asustas, cuando… cuando amas? Es como si la propia palabra latiera, ¿no te parece? Hemato. Suena a algo antiguo, a secreto, a algo casi sagrado.

Recuerdo una vez, de pequeña, que me raspé la rodilla jugando. Nada grave, pero la sangre, brillante y espesa, me fascinó. Me quedé mirándola, hipnotizada. Mi abuela, que en paz descanse, me dijo: “Eso, mi niña, es la vida misma”. Y creo que tenía razón. Hemato, sangre… es esa fuerza invisible que nos mantiene en marcha.

Sé que significa “sangre” en griego, como prefijo, ¿no? Lo he visto en mil palabras: hematoma, hemoglobina… Pero para mí es más que un simple prefijo. Es… ¿cómo explicarlo? Es la conexión con algo más grande. Con nuestros ancestros, con la tierra, con la propia vida.

A veces me pregunto… ¿será que le damos demasiada poca importancia a la sangre? Quiero decir, leemos que el 60% de nuestro cuerpo es agua (o algo así, no me acuerdo bien del dato, ¿era 60%? Bueno, por ahí) y nos quedamos con eso. Pero la sangre… la sangre es la que transporta el oxígeno, la que nos defiende de las infecciones… es la que nos hace vivir. Hemato. Es una palabra pequeña, pero con un significado enorme, ¿verdad? Es como un susurro de la vida misma.