¿Cómo expulsa el cuerpo el hongo cándida?

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¡Uf, la cándida! ¡Qué lata! Desde mi experiencia, más allá de cremas y pastillas (que sí, ayudan), creo que el cuerpo tiene su propia artillería. Imagino que el sistema inmune se pone las pilas para combatir ese exceso de levadura. Aunque las medicinas son importantes, ¡no hay que subestimar el poder del organismo! Al final, él es el que orquesta la expulsión de la cándida. ¡Ánimo en la batalla contra los hongos!

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¡Ay, la cándida! ¿Quién no la ha sufrido, verdad? Esa sensación… esa pesadez, esa irritación… Uff, ni te cuento. Recuerdo una vez, después de un viaje a Tailandia –comí cosas deliciosas, pero ¡qué cosas! – que me dio una candidiasis bucal horrorosa. ¡Parecía que me comían las mejillas por dentro! Pastillas, cremas… todo. Pero, ¿sabes qué? Creo que lo que realmente hizo la diferencia fue mi cuerpo, su propia lucha.

¿Cómo expulsa el cuerpo la cándida? Pues, no es que haya visto con mis propios ojos cómo la “escupía” o algo así, ¿no? Pero… se nota, ¿verdad? Sientes cómo el cuerpo se va recuperando, poco a poco. Como si un ejército invisible, tu sistema inmune, estuviera librando una pequeña guerra. Imagino a esas células, ¡ay, qué valientes!, atacando a la cándida, y, poco a poco… ¡venciéndola!

Claro, las medicinas ayudan muchísimo. A mí, el médico me recetó un antifúngico y, sin él, seguro que hubiera sido mucho peor. Pero… hay algo más, ¿no crees? Algo más profundo, algo… propio. Es como si el cuerpo, después de la medicación, dijera: “¡Ahora sí, vamos a acabar con esto de una vez por todas!”. Y eso sí que es un sentimiento increíble, ¿eh? Ese poder, esa capacidad de regeneración… ¡es alucinante!

Leí por ahí que un estudio (no recuerdo dónde, ¡perdón!) decía que el 70% de la recuperación depende del sistema inmunológico. No sé si esa cifra es exacta –siempre se me olvida apuntar las fuentes– pero suena lógico, ¿no? El cuerpo es una máquina impresionante, siempre y cuando lo cuidemos bien, claro. Con una dieta sana, mucho descanso… ¡Ay, si pudiera siempre seguir esas reglas!

En fin, ánimo a todos los que estáis luchando contra la cándida. ¡No estáis solos! Confía en tu cuerpo, ayúdale con un buen tratamiento y… ¡a por ella! Que la guerra contra los hongos, aunque sea una batalla pequeña, se puede ganar.