¿Cómo funciona el filtro de sarro?

¿Qué hacer para que no salga tanto sarro en los dientes?

Cepillado: Buah, recuerdo una vez en un viaje a Sevilla, 2023, calor horrible, bebía litros de agua con gas… mis dientes… fatal. Sentía una capa rara, áspera. Ahí me di cuenta de lo importante del cepillado. No solo pasar el cepillo, sino hacerlo bien, con calma. Yo antes lo hacía en plan automático, ahora me fijo más.

Hilo dental: Odio el hilo dental, lo confieso. Pero qué diferencia. En serio. Una vez, en el dentista, me lo pasaron y me enseñaron bien… sentí mis dientes… limpios de verdad. No es lo mismo. Ahora lo uso, no siempre, pero sí a menudo. Sobre todo por las noches.

Pasta de dientes: Siempre con flúor. Siempre. Me da igual la marca, pero flúor sí o sí. Fundamental.

Limpiador lingual: Me compré uno hace poco. Azul. No sé si hace algo, pero me da la sensación de… frescor. No sé explicarlo.

Enjuague bucal: Lo uso a veces. Me gusta el Listerine, el Total Care, pero es que me reseca la boca muchísimo. Lo alterno con uno más suave.

Dentista: Lo más importante. Ir al dentista. Yo voy cada seis meses, aunque a veces me da pereza. Pero es necesario. Una vez me hicieron una limpieza… salí con los dientes… ¡Increíble! Como nuevos. Este año, en mayo, me hicieron otra.

• Cepillado: 2 veces al día, mínimo.

• Hilo dental: A diario, idealmente.

• Pasta de dientes: Con flúor.

• Limpiador lingual: Sí, ayuda.

• Enjuague: Depende.

• Dentista: Cada 6 meses.

  En serio, la limpieza en el dentista es clave. No hay nada igual.

¿Cómo mantener mis dientes sin sarro?

Cepíllate, hombre, cepíllate. ¡Como si fueras a pulir el Santo Grial! Tres veces al día, mínimo. Yo, por si acaso, lo hago cuatro… bueno, a veces tres, otras dos… ¡Depende de si me acuerdo! Es que con tanto cepillado, uno acaba más cansado que un corredor de maratón en chanclas.

• Irrigador bucal: ¡Menuda maravilla! Parece un artilugio de esos de ciencia ficción, pero oye, funciona. Es como ducharse la boca, ¡qué frescor!
• Hilo dental: Aquí ya sufrimos un poco más. Es como escalar el Everest con un palillo, ¡pero necesario! Eso sí, cuidado con no hacerte un lifting gingival sin querer. Yo una vez me pasé y… mejor no cuento la historia.
• Limpieza anual: Visita a tu dentista favorito. Aunque el mío es un poco soso… ¡le falta ritmo! Podría poner música en la consulta, ¿no? Yo le recomendaría salsa.

Truco extra: El bicarbonato. ¡Sí, el de toda la vida! Una pizca en el cepillo y a frotar. Deja los dientes más blancos que la nieve… o casi. Yo lo probé y ahora brillo en la oscuridad. Bueno, no, pero algo hace. El otro día deslumbré a mi vecina. ¡Ups! Creo que me desvié del tema.

Otro truco, este es infalible: No comer. Si no comes, no hay restos de comida, si no hay restos, no hay sarro. ¡Lógica aplastante! Pero vamos, que si te mueres de hambre no vas a lucir esa sonrisa perfecta, ¿no crees? Así que… ¡a cepillar se ha dicho! Y recuerda: una sonrisa sana es una sonrisa feliz. O al menos eso dice mi dentista, el de la música sosa.