¿Cómo me di cuenta que tenía cáncer de colon?

3 ver

Inicialmente, atribuí mis malestares a problemas digestivos comunes. Sin embargo, la persistencia de cambios en mis hábitos intestinales, combinada con sangrado rectal y un dolor abdominal persistente, me llevó a buscar atención médica, lo que finalmente reveló el diagnóstico de cáncer de colon.

Comentarios 0 gustos

La persistencia que me salvó: Cómo descubrí que tenía cáncer de colon

A veces, el cuerpo susurra. Otras, grita. En mi caso, fueron susurros persistentes que, afortunadamente, decidí escuchar. Al principio, me resigné a creer que mis molestias eran simples achaques, problemas digestivos pasajeros que todos experimentamos de vez en cuando. ¿Quién no ha tenido alguna vez un episodio de inflamación, gases o irregularidad intestinal? Lo atribuí al estrés, a la mala alimentación de algún día, a la falta de ejercicio… en fin, a la rutina diaria.

Sin embargo, esos “simples achaques” no desaparecieron. Al contrario, comenzaron a mutar en algo más inquietante. No eran sólo días aislados de malestar, sino una constante que comenzaba a afectar mi calidad de vida. Los cambios en mis hábitos intestinales se volvieron más frecuentes y pronunciados. Pasaba de episodios de estreñimiento a otros de diarrea sin razón aparente. Mi cuerpo parecía estar luchando contra algo, pero yo seguía negándome a aceptar que pudiera ser grave.

El punto de inflexión llegó con la aparición de sangrado rectal. Inicialmente, fue sutil, casi imperceptible. Pero con el tiempo, se hizo más evidente y alarmante. A esto se sumó un dolor abdominal persistente, un dolor sordo que me acompañaba casi todo el tiempo. Ya no podía ignorar las señales. El cuerpo estaba gritando y yo, finalmente, estaba escuchando.

Fue en ese momento, impulsado por la persistencia de estos síntomas y el miedo que comenzaba a carcomerme, que decidí buscar atención médica. Acudí a mi médico de cabecera, quien, después de escuchar mi historial y realizar un examen físico inicial, me derivó a un especialista para que me realizaran pruebas diagnósticas más exhaustivas.

El proceso fue rápido, quizás demasiado rápido para mi gusto. Una colonoscopia, biopsias y pruebas de imagen revelaron la cruda realidad: tenía cáncer de colon.

El diagnóstico fue un golpe durísimo, una noticia que cambió mi vida para siempre. Sin embargo, también fue el inicio de un camino de lucha y esperanza. Hoy, después de tratamiento, puedo decir que estoy aquí para contarlo gracias a esa persistencia que me llevó a buscar ayuda.

Mi experiencia es un recordatorio de la importancia de escuchar a nuestro cuerpo y no minimizar los síntomas que persisten. No importa cuán comunes o insignificantes parezcan inicialmente, la clave está en la persistencia. Si algo no se siente bien y perdura en el tiempo, no lo ignores. Busca atención médica. Podría ser la diferencia entre la vida y la muerte. La prevención y la detección temprana son fundamentales en la lucha contra el cáncer de colon, y la primera línea de defensa somos nosotros mismos, prestando atención a las señales que nuestro cuerpo nos envía.