¿Cómo responder a una persona enojada?

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¡Uf, lidiar con alguien enojado es un fastidio! Lo primero que hago es respirar hondo para no engancharme con su energía. No voy a mentir, a veces me dan ganas de responder con la misma intensidad, ¡pero eso solo empeora las cosas! Intento escuchar de verdad lo que me dicen, aunque estén gritando, y luego respondo con calma, pero firme. Es como apagar un incendio con agua, no con gasolina.

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¿Cómo responder a una persona enojada? Ay, Dios mío… esa pregunta me resuena hasta en los huesos. Porque, ¿quién no ha estado ahí? ¿Quién no ha tenido que enfrentarse a la furia desatada de alguien, a ese volcán en erupción de malas palabras y reproches? Uf, qué mal rato, ¿verdad?

Recuerdo una vez, mi suegra… ¡ay, mi suegra! Se le había roto un plato, uno antiguo, precioso, y me echó la culpa a mí. ¡Yo! Ni siquiera estaba cerca de la cocina. Quería defenderme, gritarle, decirle “pero ¿qué dices?!”, de verdad que sí, sentí la rabia subiéndome por el cuello como una serpiente. Pero… respiré. Profundo. Como si estuviera buceando en el mar más profundo del mundo.

Y sabes qué? Funcionó. Porque lo primero, lo que realmente importa, es no responder con fuego al fuego. ¿Para qué? Solo empeorarás las cosas. Lo sé, es difícil, a veces te sientes como si te estuvieran atacando y te dan ganas de soltar todo lo que llevas dentro, de responder con la misma ira, con la misma intensidad… pero créeme, no sirve. Es como echar gasolina a un incendio, como dice el dicho… aunque no estoy segura de que sea un dicho, pero lo parece, ¿no?

Entonces, ¿qué hago? Escucho. Intento, de verdad, escuchar lo que me dicen, aunque parezca un discurso de odio. A veces incluso asiento con la cabeza, aunque por dentro esté pensando “¡qué barbaridad!”. Les doy espacio para que desahoguen su furia, y luego, con calma, pero con firmeza, les respondo. Con frases cortas, claras, sin dramatismos. A veces ni siquiera tengo que decir mucho, solo “Entiendo que estés enfadado/a”, o algo parecido.

Es un proceso, no es mágico, y a veces fallo. Me desespero, me enojo también… ¡Somos humanos! Pero cada vez lo hago mejor. Cada vez entiendo más la importancia de la calma ante la tormenta. Y créeme, después, la sensación de paz… no tiene precio. Es como apagar ese fuego con agua, como refrescar un alma en llamas. Y aunque a veces me cueste, sé que es la mejor manera. ¿O no? ¿Tú qué haces? Me encantaría saberlo.