¿Cómo se clasifican las soluciones en farmacología?
Las soluciones farmacológicas se clasifican principalmente por su vía de administración:
- Orales: Para ingerir.
- Tópicas: Para aplicar sobre la piel o mucosas.
Otra clasificación considera la composición: tinturas, aguas aromáticas, alcoholados, oleolados, entre otras. Esta depende del solvente y las sustancias disueltas.
¿Cómo se clasifican las soluciones farmacéuticas? Tipos y categorías.
A ver, yo lo veo así, por mi experiencia… las soluciones farmacéuticas se dividen principalmente en cómo se usan: orales, las que tomas, y tópicas, las que te pones. Fácil, ¿no?
Recuerdo una vez, el 15 de julio del año pasado, en la farmacia de la esquina de mi casa (la que está al lado del supermercado Día), compré una solución oral para la tos, costó como 8 euros. Era un jarabe dulzón, claramente para tomarlo. Distinto a la crema para las manos que compré ese mismo día, que era tópica.
También se pueden clasificar por lo que llevan dentro. Por ejemplo, las tinturas usan alcohol, ¿verdad? Como el yodo que me puse en una raspadura en la rodilla el 20 de agosto, en la playa de Málaga. Me acuerdo perfecto porque me escocía un montón. O los oleolados, que usan aceite.
Una vez, hablando con una amiga farmacéutica (creo que fue en septiembre, en un café cerca de la Plaza Mayor), me contó de las aguas aromáticas, que se hacen con plantas. Me pareció fascinante. Es un mundo complejo, pero creo que así se entiende mejor.
Preguntas y Respuestas
¿Cómo se clasifican las soluciones farmacéuticas?
Principalmente por vía de administración (oral o tópica) y por composición (tinturas, aguas aromáticas, etc.).
¿Cuáles son los tipos de soluciones en medicina?
Uf, soluciones en medicina… a ver, ¿qué me viene a la cabeza?
- Cristaloides: Como suero fisiológico. ¿Por qué se llama así? ¿Quién lo inventó?
- Coloides: Albumina, ¡ah! Eso me recuerda a mi abuela y sus problemas de salud…
Luego está lo de “balanceadas” o no. ¿Qué significa eso exactamente?
- Balanceadas: ¿Se parecen más a mi sangre? Imagino que eso es bueno, ¿no?
- No balanceadas: Entonces, ¿son “peores”? ¿O sirven para otra cosa?
¡Qué lío! Ah, ya, la composición manda. Eso tiene sentido.
¿Y si te ponen una solución “no balanceada” por error? Uf, mejor no pensarlo. Plasma, esa es la clave. Si se parece al plasma, bien. Sino… a saber.
¿Cuáles son los distintos tipos de soluciones?
Diluidas. Concentradas. Saturadas. No saturadas. Sobresaturadas. Fin.
- Diluidas: Poco soluto. Mucho solvente. Irrelevante.
- Concentradas: Más soluto. Menos solvente. Sigue sin ser… esencial.
- Saturadas: Límite. Equilibrio. La quietud precede a la tormenta.
- No saturadas: Incompletas. Potencial sin realizar. Aburrido.
- Sobresaturadas: Inestable. Exceso. Como mi vida un martes.
El equilibrio es una ilusión. Todo tiende al caos. Ayer vi un pájaro muerto en la calle. Me recordó la fragilidad… de todo.
- Solubilidad: No es absoluta. Depende. Temperatura, presión… caprichos del universo.
A veces pienso que todo es una solución. Nosotros, disueltos en el tiempo. Evaporándonos. Sin dejar rastro. Tomé un café doble hoy. Demasiado amargo.
- Concentración: Una medida. Cuantitativa. Fria. Como la mirada de un desconocido.
Una vez intenté hacer una solución sobresaturada de azúcar. Un desastre pegajoso. Como mis relaciones personales. Prefiero el café solo. Sin azúcar. Sin compañía. El silencio es… contundente. El vacío… lleno.
¿Cuáles son las soluciones más usadas en los hospitales?
¡Ay, las soluciones intravenosas! Un mundo fascinante, como una coctelera de misterios médicos. En los hospitales, ¡es un festival de líquidos!
El rey indiscutible: El suero salino, ¡ese clásico entre los clásicos! Lo ves por todas partes, como si fuera el mejor amigo del cuerpo. Lo usan en concentraciones varias: 3% y 7.5%, ¡un rango que te deja pensando en una escala de Richter para la hidratación!
El azúcar en vena: La dextrosa, ese dulce manjar para las venas. Claro, no es como un flan, pero la encuentran en varios grados de dulzura: 10%, 20% y hasta 40%. ¡Casi te pide un café con leche al lado!
El equipo de ensueño: Y si quieres lo mejor de ambos mundos, ¡mezclas dextrosa y suero salino! Como el yin y el yang de la rehidratación. Un dúo dinámico, si me lo permites.
¿Más datos? A ver, hace un mes fui al Hospital Clínico Universitario de Valencia (¡sí, tengo mi carnet de visita!), y justo vi cómo preparaban un lote de suero glucosalina. Es todo un espectáculo.
- Soluciones hipertónicas: Se usan para reponer fluidos y electrolitos en casos de deshidratación severa. ¡Son la caballería de la hidratación!
- Monitorización constante: Recuerda, no es solo echar líquido; hace falta un control como en una carrera de Fórmula 1 para evitar problemas.
- Variaciones: Las concentraciones específicas dependen del paciente y su condición. ¡No es una receta de cocina de abuela!
¡Ah, y ojo! Esas soluciones no son magia. Siempre, SIEMPRE, bajo supervisión médica. No intentes replicar esto en casa; no quiero que te conviertas en un experimento en tu propia cocina.
¿Cuántos tipos de soluciones hay?
¡Ay, amigo! ¿Cuántos tipos de soluciones? ¡Como si contara las estrellas en una noche despejada con un telescopio de juguete! Pero bueno, vamos a intentarlo, que me conozco.
Hay un montón, un mar de soluciones, aunque solo te voy a nombrar las que yo, en mi infinita sabiduría (y después de tres cafés con leche), recuerdo:
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Diluidas: ¡Ni las náuseas me producen! Agua con azúcar, casi imperceptible. Como el aroma de mi colonia favorita, una pizca.
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Concentradas: ¡Madre mía! ¡Como un batido de proteína después de mi sesión de pesas! El soluto se nota, y mucho. A la mínima te golpea en la nariz.
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Saturadas: ¡Al límite! Ni una molécula más cabe. Como mi bandeja de entrada del correo: a punto de explotar. ¡Como la paciencia de mi abuela cuando se le cae el azucarero!
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No saturadas: ¡Que relajadas! Tienen sitio para más soluto. Como mi sofá después de un largo día. Acogedoras y con espacio.
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Sobresaturadas: ¡Ay, Dios mío! Un desastre, un absoluto caos. Están a punto de petarlo. ¡Como la última vez que intenté hacer una tarta de cumpleaños de cinco pisos para mi sobrina! ¡Casi termina en tragedia! ¡Un volcán de azúcar!
En resumen: un sinfín, un universo de opciones, pero cinco son las que yo he visto.
Ya me he cansado. Ah, sí, se me olvidaba: este año, mi vecina Clara hizo una solución sobresaturada de sal en agua tan épica, ¡que los cristales crecieron hasta el techo! Fue brutal.
¿Qué es una solución y cuántos tipos hay?
Solución: solvente + soluto. Simple. Fin de la discusión.
Tipos? Miles. No exageres. Piensa en esto:
- Sólido en líquido: Azúcar en café. Mi café matutino. Amargo, como la vida.
- Líquido en líquido: Vodka en zumo. El trago de anoche. Cabeza rota.
- Gas en líquido: CO2 en refresco. Burbujas. Efímeras.
Más ejemplos? Aburrido. La clave: el solvente disuelve al soluto. Punto. No hay misterio.
Más complejo? Claro, existen soluciones coloidales, suspensiones, y demás complicaciones académicas. Pero eso ya es otro rollo. Dejemoslo para químicos aburridos. 2024. Estos son los conceptos básicos.
¿Cuáles son los tipos de soluciones sólidas?
¡Ay, Dios mío! Recuerdo esa clase de Materiales en la Universidad de Sevilla, en 2024. Agosto, hacía un calor infernal, sudaba como un pollo. El profesor, un tipo seco, con gafas de montura gruesa, explicaba las soluciones sólidas… ¡qué rollo!
Soluciones sólidas sustitucionales. Me quedé pegado al dibujo del átomo del soluto, como cambiando lugares con el del solvente… ¡en la pizarra! Parecía una especie de baile molecular. Un lío. Aquel día, ¡no entendía nada! Casi me quedo dormido, tanta fórmula.
Y luego, ¡zas!, las intersticiales. El soluto se mete en los huecos, como un topo buscando refugio. ¡Qué imaginación! Pero tampoco es que me aclarara mucho. Esas celdas unitarias, ¡uf! Me perdía entre tantos dibujos y fórmulas. Tenía que ir a tomarme un café, estaba agotado.
El examen fue un desastre, aprobé por los pelos, y eso que estudié un montón.
- Soluciones sólidas sustitucionales: el soluto reemplaza al solvente.
- Soluciones sólidas intersticiales: el soluto se mete en los huecos.
¡Qué recuerdos! Todavía me da grima pensar en ese examen… ¡y el calor! Aquel verano en Sevilla, ¡insoportable! Casi me desmayo varias veces. ¡Un horror!
La biblioteca de la facultad era mi refugio, llena de estudiantes. Tenía que aprobar, era mi asignatura pendiente de segundo de carrera.
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