¿Cómo se llaman las gafas que usan los nadadores?

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Las gafas que usan los nadadores se denominan comúnmente gafas de natación o antiparras. Un tipo popular son las gafas suecas, fabricadas en policarbonato. Este modelo consiste en dos lentes unidas por una goma en el puente nasal y otra alrededor de la cabeza para un ajuste seguro e impermeable, protegiendo los ojos del agua clorada.

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Más allá de las “gafas de natación”: Un vistazo a la protección ocular para el agua

A todos nos viene a la mente la imagen: un nadador, listo para lanzarse al agua, con sus características gafas ajustadas al rostro. Pero, ¿sabemos realmente algo más allá de llamarlas simplemente “gafas de natación”? El mundo de la protección ocular acuática es más diverso de lo que parece, y conocer sus particularidades puede marcar la diferencia en nuestra comodidad y rendimiento.

Si bien los términos “gafas de natación” y “antiparras” son los más comunes y universalmente entendidos, existe una rica variedad de nombres y modelos según la región o el tipo de actividad acuática. Por ejemplo, las popularmente llamadas “gafas suecas”, destacan por su diseño minimalista y su capacidad de personalización. Construidas en policarbonato, un material resistente y ligero, estas gafas constan de dos lentes independientes unidas por un cordón o goma ajustable en el puente nasal y una tira elástica para la sujeción alrededor de la cabeza. Este diseño, a diferencia de las gafas con montura de silicona o goma, ofrece una experiencia más “pura” al nadar, minimizando el contacto con la piel y permitiendo un ajuste altamente personalizado a la fisonomía del usuario.

La elección del material, policarbonato en el caso de las suecas, no es casualidad. Su resistencia a los impactos y su ligereza lo convierten en el material ideal para un entorno como la piscina o el mar abierto. Además, este material ofrece una excelente protección contra los rayos UV, un factor crucial para quienes nadan al aire libre.

Más allá de las suecas, existen otros modelos como las gafas de competición, diseñadas para minimizar la resistencia al agua y maximizar la visibilidad; las gafas de máscara, que cubren una mayor superficie del rostro ofreciendo mayor protección; y las gafas graduadas, para aquellos nadadores con problemas de visión.

La importancia de una buena elección de gafas va más allá de la simple comodidad. Proteger nuestros ojos del cloro, la salinidad del mar y posibles impurezas presentes en el agua es fundamental para evitar irritaciones, infecciones y garantizar una visión clara bajo el agua, lo que, en definitiva, mejora nuestra experiencia y rendimiento en la natación. Así que, la próxima vez que te prepares para un chapuzón, recuerda que existe un mundo más allá de las “gafas de natación”, un mundo de opciones que se adapta a tus necesidades y te ayuda a disfrutar al máximo del agua.