¿Cuál es la resistencia eléctrica máxima que soportan los seres humanos?

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La resistencia eléctrica del cuerpo humano es variable, oscilando entre 500 y 3000 ohmios, dependiendo de factores individuales y condiciones. Un valor promedio se sitúa entre 1000 y 2000 ohmios, aunque esta cifra puede fluctuar significativamente.
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La Resistencia Humana a la Corriente Eléctrica: Un Valor Variable y Peligroso

La idea de la resistencia eléctrica del cuerpo humano como una cifra fija es un peligroso mito. Si bien se suele mencionar un rango entre 500 y 3000 ohmios, la realidad es mucho más compleja y la variabilidad es tan significativa que hablar de un “valor máximo” resulta engañoso y potencialmente mortal. Entender por qué es crucial para comprender los riesgos asociados con la exposición a la electricidad.

La resistencia eléctrica del cuerpo, a diferencia de un componente electrónico, no es una constante. Se trata de un valor dinámico influenciado por una intrincada red de factores interrelacionados, incluyendo:

  • El estado de la piel: La capa córnea de la epidermis, la parte más externa de la piel, actúa como un aislante natural. Su condición –seca, húmeda, dañada– influye drásticamente en la resistencia. Piel seca y callosa ofrecerá una resistencia mayor que piel húmeda o con heridas abiertas, donde la resistencia puede descender a valores considerablemente inferiores. El sudor también juega un papel importante, reduciendo la resistencia.

  • La tensión aplicada: A mayor voltaje, mayor es la probabilidad de que la corriente eléctrica supere la resistencia de la piel, penetrando en tejidos más conductores como músculos y órganos internos. En altas tensiones, la piel puede sufrir un fenómeno de “ruptura dieléctrica”, reduciendo su resistencia a casi cero.

  • El área de contacto: Un contacto superficial con una fuente de baja tensión puede resultar en una resistencia relativamente alta. Sin embargo, un contacto amplio y profundo, como una caída sobre un cable electrificado, disminuye la resistencia, aumentando el flujo de corriente.

  • El camino de la corriente: La ruta que sigue la corriente a través del cuerpo influye en el daño. Una corriente que atraviesa el corazón, por ejemplo, es significativamente más peligrosa que una que recorre un miembro.

  • El estado de salud del individuo: Factores como la edad, la hidratación, la presencia de enfermedades cardíacas o incluso la ingesta de ciertos medicamentos pueden modificar la conductividad del cuerpo.

Por estas razones, establecer una “resistencia máxima” que el cuerpo humano soporta es impreciso y peligroso. Cualquier intento de cuantificar este valor debe considerarse una simplificación excesiva con implicaciones potencialmente fatales. Lo verdaderamente importante es comprender que la resistencia es variable y que incluso una corriente aparentemente baja puede ser letal dependiendo de las circunstancias. En lugar de buscar un valor numérico máximo, es fundamental priorizar la prevención y la seguridad, evitando el contacto con fuentes de electricidad. La capacitación adecuada y la aplicación de medidas de seguridad son vitales para minimizar los riesgos asociados a la electricidad.