¿Qué es lo primero que te pregunta un psicólogo?

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Un psicólogo suele comenzar preguntando por la duración del problema, su intensidad, la opinión del entorno cercano y otros síntomas. Esto permite una evaluación más completa y evita conjeturas.
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Más allá de la primera impresión: la compleja evaluación inicial del psicólogo

Con frecuencia, la imagen del psicólogo que surge en la mente del público está ligada a un diálogo introspectivo y profundo. Sin embargo, la primera parte de la consulta, aunque crucial, suele ser mucho más pragmática de lo que se imagina. ¿Qué es lo primero que pregunta un psicólogo? No es una pregunta con una respuesta única, sino un conjunto de preguntas encaminadas a construir una comprensión completa y precisa del problema.

Contrariamente a la creencia popular de una sesión basada únicamente en la introspección profunda, la evaluación inicial del psicólogo se centra en una recopilación sistemática de información. La duración del problema emerge como un elemento fundamental. No se trata simplemente de saber “cuánto tiempo lleva”, sino de comprender la progresión del malestar. ¿Ha sido constante? ¿Ha fluctuado en intensidad? Este dato contextualiza el problema, permitiendo al profesional descartar o identificar posibles patrones que puedan estar influyendo en él.

De igual importancia es la intensidad del problema. No se limita a una valoración subjetiva, sino que busca una descripción precisa. ¿Cómo impacta el problema en la vida cotidiana del paciente? ¿Afecta a sus relaciones, su trabajo, su descanso? La intensidad cuantificada permite al psicólogo establecer un marco de referencia, un punto de partida para el desarrollo de un plan de intervención.

Más allá de la experiencia subjetiva del paciente, el psicólogo se interesa por la opinión del entorno cercano. Esto no implica una acusación o juicio hacia los demás, sino una valiosa fuente de información externa. ¿Cómo percibe el problema la familia, los amigos, el entorno laboral? Estas perspectivas complementarias enriquecen la comprensión global del problema, ayudando a identificar posibles desencadenantes o patrones de conducta que el propio paciente podría haber pasado por alto.

Finalmente, la exploración de otros síntomas es esencial. Si el problema principal es ansiedad, por ejemplo, la presencia de otros síntomas como insomnio, irritabilidad o dificultad para concentrarse puede ayudar a diagnosticar con mayor precisión el tipo de ansiedad y su gravedad. Esta exhaustividad en la evaluación inicial evita conjeturas y prejuicios, permitiendo una comprensión más objetiva y completa del caso.

En definitiva, la primera parte de la consulta con un psicólogo no es un simple intercambio de ideas, sino una minuciosa recogida de información. La duración, la intensidad, la opinión del entorno y otros síntomas, reunidos de forma sistemática, permiten una evaluación integral del problema, facilitando así un diagnóstico preciso y un plan de intervención adaptado a las necesidades individuales de cada paciente. Este enfoque, basado en la evidencia y la recopilación de datos, es la base fundamental para una terapia eficaz y duradera.