¿Qué género sufre más infartos?

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Estudios recientes, liderados por la Dra. Antonia Sambola, revelan que las mujeres presentan un mayor riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio con elevación del ST, desafío que subraya la necesidad de una mejor atención cardiovascular específica para el género femenino.

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El Infarto y el Género: Un Riesgo Femenino Subestimado

El infarto agudo de miocardio (IAM), comúnmente conocido como ataque al corazón, es una de las principales causas de muerte a nivel mundial. Si bien la imagen del infarto suele asociarse a un hombre de mediana edad con un estilo de vida poco saludable, la realidad es mucho más compleja y, según estudios recientes, sorprendentemente matizada por el género. Contrario a la creencia popular, la evidencia sugiere que las mujeres presentan ciertas particularidades que las hacen más vulnerables en determinados tipos de infarto.

Estudios como los liderados por la Dra. Antonia Sambola, destacan una realidad alarmante: las mujeres presentan un mayor riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio con elevación del ST (IAMcEST). Este tipo de infarto, caracterizado por una obstrucción completa de una arteria coronaria, se considera el más grave y requiere una intervención inmediata. La investigación de la Dra. Sambola y su equipo no solo pone de manifiesto este riesgo diferenciado, sino que también resalta la necesidad urgente de adaptar las estrategias de prevención y tratamiento a las particularidades fisiológicas y clínicas del género femenino.

¿A qué se debe esta mayor vulnerabilidad en las mujeres? La respuesta no es sencilla y engloba múltiples factores. Si bien los factores de riesgo tradicionales como la hipertensión arterial, la diabetes, el tabaquismo y la hipercolesterolemia afectan a ambos sexos, su manifestación y impacto pueden variar significativamente. En las mujeres, por ejemplo, los síntomas del infarto a menudo son menos específicos y más difíciles de reconocer, lo que puede retrasar la búsqueda de atención médica oportuna. Dificultades como la presentación de dolor atípico (náuseas, vómitos, fatiga extrema, dolor de espalda o mandíbula) en lugar del dolor torácico clásico, contribuyen al retraso en el diagnóstico y tratamiento.

Además, existen diferencias hormonales significativas que influyen en el desarrollo y progresión de la enfermedad coronaria. La menopausia, por ejemplo, se asocia a una disminución en los niveles de estrógenos, lo que puede incrementar el riesgo cardiovascular. Asimismo, las mujeres a menudo reciben menos atención preventiva y su historial médico puede ser subestimado o interpretado de manera diferente, lo que contribuye a un diagnóstico tardío.

La investigación de la Dra. Sambola y estudios similares abren una puerta crucial para una atención médica más equitativa y efectiva. Se hace imperativo desarrollar estrategias de prevención y diagnóstico precoz específicas para las mujeres, incluyendo una mayor concienciación sobre los síntomas atípicos del infarto y una formación médica más exhaustiva en la detección y manejo de la enfermedad coronaria en el género femenino. Solo así podremos reducir la mortalidad asociada a este grave problema de salud y garantizar una atención cardiovascular verdaderamente inclusiva y eficaz para todos. El desafío es claro: debemos dejar de subestimar el riesgo de infarto en las mujeres y actuar en consecuencia.

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