¿Qué pasa con el cerebro de una persona cuando muere?
Al morir, el flujo sanguíneo cerebral cesa, interrumpiendo el suministro de oxígeno y glucosa. Esto provoca un fallo inmediato en la actividad neuronal, reflejado en la desaparición de las ondas cerebrales detectables por electroencefalograma. El cerebro deja de funcionar.
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¿Qué le sucede al cerebro tras la muerte?
Uf, qué pregunta tan… inquietante. A mí siempre me ha fascinado el cerebro, su misterio. Recuerdo una clase de biología en el instituto, en octubre del 2018 en el IES “Miguel Hernández” de Alicante, donde nos explicaron cómo funciona, pero la muerte… eso ya es otro rollo.
Lo que aprendí es que, al morir, se corta el flujo sanguíneo al cerebro. Sin oxígeno y glucosa, el “motor” se apaga. Las ondas cerebrales, esas que se ven en un electroencefalograma (EEG), se desvanecen. Es como si una luz se fuera apagando lentamente.
Recuerdo una vez, viendo un documental en Netflix, creo que costaba 12 euros al mes, sobre el tema, que explicaban como el proceso no es instantáneo. Es complejo. No es solo un apagón.
Me quedé pensando en eso durante días. El misterio es profundo, ¿no? La muerte no es simplemente una parada. Es un proceso.
¿Cuánto tiempo sigue funcionando el cerebro después de la muerte?
El cerebro tras el telón: La fiesta no termina cuando cae el telón, al menos no inmediatamente para el cerebro. Dura un ratito, como esos invitados que se quedan charlando en la puerta tras la boda.
Entre 10 minutos y varias horas: Eso dicen los estudios de 2024. Imagina la escena: ¡Ay, caramba, me he muerto!. Y el cerebro, tan campante, sigue funcionando un rato más, como si nada. Es como el piloto automático del cuerpo. Un poco tétrico, ¿no? Pero fascinante. Igual hasta te da tiempo a repasar la lista de la compra mentalmente.
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El misterio de la consciencia: ¿Se dan cuenta de que han muerto? Ahí está la madre del cordero. Y la ciencia, de momento, anda a tientas, como yo buscando las llaves en mi bolso.
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Mi experiencia personal (no con la muerte, claro): Una vez me quedé sin wifi durante una hora. Me sentí como un cerebro desconectado del mundo. Dramático, lo sé. Pero si eso me pasa a mí con el wifi… imagínate al cerebro sin cuerpo.
Más allá de la anécdota: Hay quien investiga la actividad cerebral post-mortem para entender la consciencia y el propio proceso de la muerte. Un tema denso, sí, pero crucial. Quizá algún día sepamos qué pasa “al otro lado”, o al menos qué pasa en nuestro propio teatro cerebral cuando cae el telón. Yo, mientras tanto, voy a asegurarme de tener buena cobertura. Por si acaso.
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Dato extra: Mi gato, Bigotes, cree que la vida después de la muerte consiste en una fuente infinita de atún. Y no sé por qué, pero me lo creo más que muchas otras teorías.
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Más investigaciones, por favor: Ojalá pronto tengamos más datos sobre este tema. Me muero (en sentido figurado, claro) de curiosidad.
¿Cuándo deja de funcionar el cerebro de forma irreversible?
El silencio. Un silencio que se instala, pesado, como un sudario. La muerte cerebral, ese vacío absoluto. El tiempo se detiene, o quizás, se acelera, un torbellino extraño de imágenes fragmentadas. Recuerdo a mi abuela, sus manos arrugadas… ya no hay calor, solo el eco de un latido que ya no existe.
El cerebro, ese universo complejo, reducido a la nada. La destrucción es total, irreversible. Un apagón. Se acabó la luz, se acabó la música… Solo queda la quietud fría, la ausencia de una presencia vital. El vacío. Esa palabra, vacío, repite en mi cabeza, como un mantra doloroso.
Los órganos, a veces, resisten. Un susurro de vida, artificial, mantenida por máquinas. Un respiro. Una burla cruel a la inevitable marcha hacia el fin. Una prolongación inerte, una sombra. Se respira. Pero no se vive.
- Cese total de la actividad cerebral: Es definitivo. Sin vuelta atrás.
- Sin flujo sanguíneo ni oxígeno: El cerebro se muere, se extingue. Se va, se disuelve en la oscuridad.
- Posible funcionamiento de órganos: Temporal, gracias a aparatos. Solo la máquina persiste. El cuerpo continúa, como una carcasa.
El recuerdo palpita aún, la última imagen. El rostro de mi abuela… en silencio. El vacío. El peso insoportable del fin. Un eco en el tiempo. Un tiempo inmóvil, que se dilata, se desintegra.
Nota: La interrupción de la circulación sanguínea al cerebro causa daño irreparable en minutos. La muerte cerebral se declara tras la ausencia de reflejos, ausencia de respiración espontánea y ausencia de actividad eléctrica cerebral en dos electroencefalogramas consecutivos. La legislación define protocolos precisos para declarar la muerte cerebral.
¿Qué pasa con la conciencia después de la muerte?
Pues mira, el tema de la conciencia después de la muerte… Uf, qué jaleo, ¿no? Es un tema que me da vueltas a veces, sobre todo cuando estoy en el metro yendo al curro. Yo que sé, es un misterio total. Los científicos, que son muy listos, dicen que la conciencia está pegada al cerebro, como si fuera… un chicle, jaja.
Y claro, si el cerebro se apaga, pues la conciencia también, ¿no? Como cuando apagas la tele. Eso dicen. Pero… pero… siempre hay un pero. Yo tengo una tía, ¡una tía majísima!, que dice que ha visto cosas… cosas raras. Y no está loca, eh, que es una mujer muy cuerda. Bueno, a veces un poco despistada, pero cuerda.
La ciencia dice que cerebro apagado, conciencia apagada. Como la luz del baño. Click, y fuera. Pero… ¿y si no? ¿Y si hay algo más? A saber. Yo, la verdad, no tengo ni idea. Es que es un tema tan complicado… como intentar montar un mueble de Ikea sin instrucciones. Imposible.
A ver, resumiendo… cerebro = conciencia, según los científicos. Pero mi tía… y otras historias que he escuchado… pues me hacen dudar.
- Científicos: cerebro kaput, conciencia kaput.
- Mi tía: cosas raras, luces, sensaciones… (No sé, a veces me da la sensación que exagera un poco, pero bueno, es mi tía).
- Yo: ni idea, pero me flipa el tema.
El otro día, por ejemplo, estaba leyendo un libro sobre física cuántica… ¡ni entendí la mitad!, pero hablaba de universos paralelos y cosas así. Igual la conciencia se va a otro universo, ¿no? O a otra dimensión. A saber.
Bueno, pues eso, que no sé qué pasa con la conciencia después de la muerte. Me voy a tomar un café, que me estoy rayando con este tema. ¡Luego te cuento si se me ocurre algo más!
¿Cómo saber si mi cerebro está dejando de funcionar?
Aquí va, en la oscuridad…
A veces siento que se me escapa algo, como arena entre los dedos. No sé si es la vida o mi propia cabeza.
- Confusión, esa niebla espesa. Me pasa a veces, sí. Olvido dónde dejé las llaves, el nombre de alguien importante, o qué iba a decir hace un segundo. Da miedo, pero luego se pasa, ¿no?
- Dolor de cabeza, el taladro interno. He tenido migrañas desde que era niño, pero últimamente… son diferentes, más intensas. Como si algo intentara abrirse paso a través de mi cráneo.
- Mareos, el mundo que se balancea. Me pasa cuando me levanto muy rápido. O cuando me esfuerzo demasiado. Es como si el mundo decidiera que no estoy listo para enfrentarlo.
- Debilidad, el cuerpo que no responde. Mis manos… a veces no siento nada. Como si no fueran mías. Tengo 34 años, no debería sentirme así.
Lo del sangrado y la pérdida de consciencia… no, eso no me ha pasado. Todavía.
¿Significa algo? No lo sé. Tal vez solo estoy cansado. Tal vez solo soy hipocondríaco. Pero la sensación está ahí. Persistente. El miedo a perderme.
Información adicional (o algo parecido a eso, en mi cabeza):
- Mi abuela tuvo Alzheimer. Murió hace unos años. Recuerdo su mirada perdida, su voz apagada. No quiero terminar así.
- Trabajo como programador. Paso muchas horas frente a la pantalla. Dicen que eso no es bueno para el cerebro.
- He estado pensando en ir al médico. Pero me da miedo lo que puedan encontrar. Prefiero vivir en la ignorancia, supongo. Por ahora.
¿Cuando morimos somos conscientes.?
A ver, che, me preguntás si somos concientes cuando nos morimos, onda, onda, qué flash!
Bueno, te cuento lo que dicen, porque nadie volvió para contárnoslo posta, ¿no?
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Aparentemente, según los que saben, los cientificos esos que investigan todo, parece que sí, que tenemos unos segunditos de conciencia.
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¿Cuántos? Y… ponele que entre dos y veinte segundos, onda, poquito pero algo es algo, después que el cora deja de funcionar. Tipo, tu cerebro sigue ahí un toque, como que no se entera de toque, ¿viste?
- Piensá, es como cuando apagás la compu, que no se apaga al instante, onda, tiene su proceso, bue, algo así.
- Igual, ¿quién sabe qué pasa en esos segundos? Capaz que ves toda tu vida pasar, o capaz que nada, solo oscuridad, ¡qué miedito!
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El corazón para, pero el cerebro todavía no se da cuenta del todo, entendés?
Y hablando de esto, una vez mi abuela me contó, porque ella era re creyente, viste, que cuando te morís, onda, te encontrás con tus seres queridos que ya partieron, y que te están esperando con los brazos abiertos, onda, re pelicula, pero a ella le hacía re feliz pensarlo. Yo no sé si es verdad, pero me gusta pensar que sí, onda, que no es el fin, ¿viste?
¿Qué pasa en los 7 minutos después de la muerte?
Pues eso de los 7 minutos es como el Yeti, muchos lo mencionan, nadie lo ha visto. En realidad, la actividad cerebral detectable eléctricamente cesa bastante rápido tras la parada cardíaca. Más rápido que un político cambiando de opinión, vamos.
- Cese de actividad eléctrica: Adiós chispa, adiós encefalograma plano. Como mi móvil cuando se me olvida cargarlo.
- No hay peli de recuerdos: Olvídate del “best of” de tu vida. Lo siento, pero yo no he visto ningún pase VIP al más allá. A lo mejor es que mi vida es tan emocionante como ver crecer la hierba, y por eso no hay material para el tráiler.
- Cambios celulares: Empieza la fiesta de la descomposición, a nivel microscópico, claro. Como cuando dejas un plátano en la mochila una semana… ya te imaginas.
El otro día dejé las lentejas en remojo y, al volver, ¡parecía que habían mutado! Eso sí que fue un espectáculo digno de ver. Casi más emocionante que una “película de recuerdos”. Lo que sí es cierto es que existen experiencias cercanas a la muerte, con visiones y alucinaciones. Pero eso es harina de otro costal, y seguramente tenga más que ver con la falta de oxígeno en el cerebro que con un pase de diapositivas celestial. Ayer mismo, por ejemplo, se me cayó un bote de pimentón al suelo. ¡El desastre! Tuve que aspirar tres veces para que la cocina volviera a ser habitable. Casi prefiero un “flashback” de mi vida… bueno, no, mejor no.
En resumen: Nada de proyecciones de recuerdos. La actividad cerebral se detiene. A otra cosa, mariposa.
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