¿Qué pasa cuando el reflujo sube a la garganta?

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Cuando el reflujo gástrico alcanza la garganta, el ácido irrita la delicada mucosa del esófago. Esta irritación puede causar inflamación (esofagitis), sangrado y, en casos graves, la formación de úlceras. La esofagitis se manifiesta con dolor al tragar y dificultad para pasar los alimentos.

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El Ascenso Silencioso: Cuando el Reflujo Ataca la Garganta

El reflujo gastroesofágico (RGE), esa sensación familiar de ardor en el pecho, a menudo se queda en el esófago. Pero ¿qué ocurre cuando este ácido rebelde sube más allá, alcanzando la garganta? La respuesta es una serie de complicaciones que, si bien pueden pasar desapercibidas inicialmente, pueden tener consecuencias significativas para la salud.

Cuando el contenido estomacal, rico en ácido clorhídrico y enzimas digestivas, sobrepasa el esfínter esofágico inferior – la válvula que normalmente impide el reflujo – se produce una irritación directa en la mucosa esofágica y, en ocasiones, llega hasta la faringe y la laringe. Esta agresión química no es trivial. La delicada mucosa de estas zonas, a diferencia de la del estómago, no está preparada para soportar la acidez del jugo gástrico.

La consecuencia más común es la laringofaringe reflujo. A diferencia de la esofagitis por reflujo, que se manifiesta principalmente con dolor torácico, la laringofaringe reflujo puede presentar síntomas más sutiles y engañosos. Estos incluyen:

  • Dolor de garganta persistente: Una irritación constante que puede confundirse fácilmente con una simple faringitis.
  • Carraspera crónica: La necesidad de aclarar la garganta con frecuencia, a menudo sin éxito.
  • Tos seca y persistente: El ácido puede estimular los receptores de la tos, provocando episodios frecuentes y molestos.
  • Ronquera o cambios en la voz: La irritación de las cuerdas vocales puede alterar la fonación.
  • Sensación de cuerpo extraño en la garganta: Una molesta sensación de tener algo atorado, incluso sin la presencia de ningún objeto.
  • Dificultad para tragar (disfagia): En casos más graves, la inflamación puede dificultar el paso de los alimentos.
  • Halitosis (mal aliento): El reflujo puede contribuir a la proliferación de bacterias en la boca y la garganta.

La inflamación crónica causada por el reflujo puede conllevar problemas a largo plazo, incluyendo: esofagitis, estenosis esofágica (estrechamiento del esófago), enfermedad por reflujo laringofaríngeo (LPRD), y un mayor riesgo de desarrollar cáncer de esófago. Aunque la LPRD es menos común que la esofagitis, sus consecuencias pueden ser igualmente debilitantes, afectando significativamente la calidad de vida del paciente.

Si experimenta alguno de los síntomas mencionados, es crucial consultar a un médico. Un diagnóstico preciso, que puede incluir una endoscopia superior, es fundamental para determinar el alcance del problema y establecer un tratamiento adecuado. El tratamiento puede incluir cambios en la dieta, medicamentos para reducir la producción de ácido y, en casos severos, cirugía. Ignorar el reflujo que llega a la garganta puede tener consecuencias serias; una intervención temprana es clave para prevenir complicaciones futuras y preservar la salud de su tracto digestivo superior.