¿Qué pasa si consumes agua oxidada?

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Beber agua con peróxido de hidrógeno diluido puede causar náuseas y vómitos, molestias estomacales e incluso, aunque raramente, daño tisular por obstrucción vascular a causa de burbujas de gas. El grado de afectación depende de la concentración y cantidad ingerida.
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El Peligro Silencioso del Agua “Oxidada”: Mitos y Realidades del Peróxido de Hidrógeno

En la era de la información, proliferan mitos y consejos de salud que, a veces, pueden resultar peligrosos. Uno de ellos gira en torno al consumo de agua “oxidada”, un término erróneamente asociado a una supuesta mejora de la salud, pero que en realidad se refiere a la ingesta de agua con peróxido de hidrógeno añadido. Lejos de ser beneficiosa, esta práctica puede acarrear graves consecuencias para la salud.

Contrariamente a la creencia popular de que el peróxido de hidrógeno (H₂O₂) purifica o “oxigena” el cuerpo, su ingesta es extremadamente peligrosa. El peróxido de hidrógeno es un potente agente oxidante utilizado como desinfectante y antiséptico para heridas externas, pero su uso interno está absolutamente contraindicado. Su ingestión, incluso en pequeñas cantidades y diluciones, puede desencadenar una serie de reacciones adversas, cuya gravedad dependerá directamente de la concentración y el volumen ingerido.

Entre los efectos nocivos más comunes se encuentran:

  • Náuseas y vómitos: La reacción más inmediata y frecuente. El sistema digestivo rechaza la sustancia extraña, intentando eliminarla rápidamente.
  • Molestias estomacales: Desde leves dolores abdominales hasta fuertes cólicos, que pueden prolongarse durante varias horas. La irritación de la mucosa gástrica es un efecto inevitable.
  • Daño tisular: En casos más graves, y con concentraciones significativas de peróxido de hidrógeno, puede producirse daño tisular. Las burbujas de gas que se liberan durante la descomposición del peróxido pueden obstruir los vasos sanguíneos, causando daños en órganos vitales si la obstrucción es extensa. Este es un escenario poco común, pero potencialmente letal.
  • Quemaduras: El peróxido de hidrógeno, incluso diluido, puede causar quemaduras en la boca, garganta y esófago.

Es fundamental comprender que el cuerpo cuenta con sus propios mecanismos para regular los niveles de oxígeno. Introducir peróxido de hidrógeno, con la intención de aumentar la oxigenación, es innecesario y contraproducente. La práctica no tiene base científica y puede generar serios problemas de salud.

Si accidentalmente se ingiere peróxido de hidrógeno, es crucial buscar atención médica inmediata. La rapidez en la atención es fundamental para minimizar los daños. No se deben intentar remedios caseros.

En conclusión, la idea de consumir agua “oxidada” con peróxido de hidrógeno es un mito peligroso. No existen beneficios para la salud, y los riesgos potenciales son significativos, desde molestias estomacales hasta daños graves en los tejidos y órganos. Recuerde: el peróxido de hidrógeno es un producto químico para uso externo, y su ingestión debe evitarse absolutamente. Ante cualquier duda sobre salud, consulte siempre a un profesional médico.