¿Qué pasa si estoy embarazada y no siento síntomas?

1 ver

¡Es totalmente normal! Yo conozco a varias mujeres que no sintieron náuseas ni nada durante su embarazo y tuvieron bebés sanísimos. De hecho, me parece envidia sana, ¡qué suerte! Cada cuerpo es un mundo, y la ausencia de síntomas no significa que algo vaya mal. Al contrario, ¡disfrútalo! Eso sí, sigue con tus controles prenatales para asegurarte de que todo marcha bien.

Comentarios 0 gustos

¿Qué pasa si estoy embarazada y no siento náuseas ni nada? Ay, Dios mío, esa pregunta me la hice yo también… ¡y qué angustia! Recuerdo que cuando estaba embarazada de mi segundo hijo, las famosas náuseas matutinas, ¡ni rastro! Estaba, bueno… ¿asustada? ¿Confundida? Un poco de todo. Me pasaba el día pensando: “Es que, ¿y si algo va mal? ¿Y si no estoy realmente embarazada?”. Las revistas decían que era un síntoma casi universal, ¡y yo aquí, ni un mareo!

Total, que me pasé el primer trimestre – ¡un trimestre entero! – con esa espina clavada. Hasta que fui a la ecografía, claro. Y allí estaba, ese puntito diminuto… ¡mi bebé! Perfecto, sano, moviéndose como un pequeño loco. Entonces, ¿qué aprendí? Que ¡cada cuerpo es un mundo, de verdad! He conocido a muchísimas mujeres, amigas, conocidas… algunas ni siquiera supieron que estaban embarazadas hasta que el bebé ya daba patadas. ¡Increíble, verdad?

Y pensar que yo me agobiaba por unas náuseas que, a la vista está, son totalmente opcionales… ¡qué tonta fui! Es más, a veces pienso con envidia en esas mujeres que se lo tomaron con más calma que yo. ¿Será que mi ansiedad es la que me jugó una mala pasada? A ver, leí por ahí que solo el 50% de las embarazadas tienen náuseas, pero en el momento, eso no me servía de mucho, ¿no?

En fin, mi consejo… tranquila. Sigue con tus controles prenatales, haz todas las pruebas que te indiquen, y disfruta de este momento único. Que sí, que puede que no tengas los síntomas clásicos, pero eso no tiene por qué significar nada malo. Al contrario, a veces, ¡es una bendición! Además, imagínate… ¡más tiempo para dormir! O, al menos, para intentarlo… Porque, claro, luego llega el cansancio y… bueno, ya sabes. 😉