¿Qué pasa si no se quita la fibrina de una herida?

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¡Uf, la fibrina! A ver, si la dejamos ahí, la herida se hace un lío. En una herida normal, vale, ayuda un poco. Pero en una herida que no cierra, se convierte en un estorbo. Esa capa amarillenta solo alimenta las bacterias y el tejido se muere por debajo. ¡Necesitamos quitarla para que la piel pueda respirar y curarse de verdad! ¡Es como tener una costra que no deja pasar el aire!

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¿Qué pasa si no se quita la fibrina de una herida? Uf… ¡La fibrina! Esa cosita amarillenta… A ver, a ver… ¿Te imaginas dejarla ahí, tan tranquila, como si nada? Pues no, no es tan simple. En una herida normal, sí, de acuerdo, ayuda, hace su papel. Como un pegamento natural, ¿no? Pero… ¿y en una herida que se resiste a cerrar? Ahí la cosa cambia. Y mucho.

Se convierte en un problema, en serio. Es como… como una barrera, ¿sabes? Una costra gigante que no deja respirar a la piel. Yo lo vi una vez con mi abuela, que tenía una úlcera en la pierna. La pobre… La fibrina se acumulaba y acumulaba, y la herida, en vez de mejorar, empeoraba. Era una capa tan gruesa… ¡Daba hasta cosa mirarla! Y claro, debajo de todo eso, las bacterias campando a sus anchas. Un festín para ellas, vamos. El tejido no podía respirar, se moría. Recuerdo que la enfermera venía a casa y con mucho cuidado, ¡pero mucho, eh!, le retiraba la fibrina. Decía que era fundamental para que la herida pudiera cicatrizar de verdad.

Y es que, si lo piensas, tiene toda la lógica del mundo. Si la piel no puede “respirar”, ¿cómo va a curarse? Es como si te taparas la nariz y la boca con una manta, ¿podrías respirar? Pues la herida, igual. Necesita aire, necesita que la limpien, que le quiten esa “costra” de fibrina.

He leído por ahí, no sé dónde, que la fibrina en exceso puede incluso impedir que los nuevos tejidos se formen. Algo así como un… ¿un 70% menos de regeneración? No sé si será verdad, pero vamos, viendo lo de mi abuela, me lo creo totalmente. Así que, ya sabes, si tienes una herida que no cierra, no te la juegues. Consulta con un profesional, que te la mire bien y te diga qué hacer. Que la fibrina, a veces, es más enemiga que amiga.