¿Qué pasa si tomo alcohol con una infección?

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Consumir alcohol durante una infección, especialmente al tomar antibióticos, puede causar efectos secundarios graves como mareos, náuseas, vómitos y dolor abdominal. La combinación podría afectar la presión arterial y el ritmo cardíaco.

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El Peligroso Cóctel: Alcohol e Infección, una Mezcla que Debes Evitar

La creencia popular de que un “calientito” ayuda a combatir una infección es un mito peligroso. Si bien un vaso de líquido tibio puede ser reconfortante, la adición de alcohol a la ecuación puede exacerbar los síntomas y, en algunos casos, generar complicaciones serias. Consumir alcohol mientras se sufre una infección, especialmente cuando se está bajo tratamiento antibiótico, no es una práctica inocua; más bien, puede resultar en un cóctel de efectos secundarios negativos que comprometen la recuperación.

El alcohol, en sí mismo, es un depresor del sistema nervioso central. Esto significa que ralentiza las funciones corporales, incluyendo la respuesta inmunitaria, la cual ya se encuentra comprometida cuando el cuerpo está luchando contra una infección. En lugar de ayudar al organismo a combatir los patógenos, el alcohol puede interferir con este proceso vital, prolongando la duración de la enfermedad y aumentando el riesgo de complicaciones.

La interacción entre el alcohol y los medicamentos, particularmente los antibióticos, es una preocupación clave. Muchos antibióticos, aunque no todos, pueden interactuar con el alcohol de manera adversa. Esta interacción puede manifestarse de diferentes formas:

  • Aumento de los efectos secundarios: El alcohol puede intensificar los efectos secundarios comunes de los antibióticos, como náuseas, vómitos, dolor de estómago y mareos. Estos efectos, que ya son incómodos por sí solos, se vuelven significativamente más intensos y prolongados con la presencia de alcohol. El resultado puede ser una experiencia de enfermedad considerablemente más desagradable.

  • Disminución de la eficacia del antibiótico: En algunos casos, el alcohol puede interferir con la absorción o el metabolismo del antibiótico, reduciendo su eficacia y prolongando el tiempo necesario para erradicar la infección. Esto aumenta el riesgo de resistencia antibiótica, un problema de salud pública cada vez más grave.

  • Efectos cardiovasculares: La combinación de alcohol y enfermedad puede impactar negativamente en la presión arterial y el ritmo cardíaco, particularmente en individuos con predisposición a problemas cardiovasculares. Este efecto puede ser especialmente preocupante en personas con infecciones graves.

  • Deshidratación: El alcohol es un diurético, lo que significa que aumenta la producción de orina y, por ende, la pérdida de líquidos. Durante una infección, la deshidratación puede empeorar los síntomas y dificultar la recuperación.

En resumen, consumir alcohol durante una infección es una decisión que puede tener consecuencias negativas para la salud. La interferencia con la respuesta inmunitaria, la intensificación de los efectos secundarios de los medicamentos y el potencial impacto en el sistema cardiovascular hacen que esta práctica sea altamente desaconsejable. Si se siente enfermo, lo mejor es descansar, hidratarse adecuadamente y seguir las indicaciones médicas, evitando el consumo de alcohol hasta la completa recuperación. Si tiene dudas sobre la interacción entre sus medicamentos y el alcohol, consulte a su médico o farmacéutico. Su salud es lo más importante.