¿Qué siente una madre adolescente?

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Las madres adolescentes experimentan una gama intensa de emociones. Miedo al rechazo familiar y social, ansiedad por el futuro, estrés por las nuevas responsabilidades y posibles tensiones familiares son comunes. En algunos casos, pueden surgir problemas emocionales más graves, incluyendo el rechazo al bebé.

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¿Qué siente una madre adolescente? Uf… es una pregunta que remueve un montón de cosas, ¿no? Es un torbellino de emociones, un sube y baja que te deja sin aliento. Yo, ¿qué te voy a decir? Lo viví. Recuerdo ese miedo paralizante, esa angustia en el pecho pensando “¿y ahora qué?”, “¿cómo voy a contárselo a mis padres?”. El mundo se te viene encima. Piensas en el qué dirán, en las miradas, en los susurros a tus espaldas. Te imaginas la decepción en los ojos de tu madre… es horrible.

Es como si de repente te cayera encima una responsabilidad enorme, gigantesca, ¿sabes? Y todavía eres una niña. Tienes que madurar de golpe, dejar atrás muchas cosas… A veces, no te voy a mentir, sentía una rabia inmensa, como si me hubieran robado mi adolescencia. Quería salir con mis amigas, ir al cine, tontear con chicos… y en vez de eso, estaba cambiando pañales a las tres de la mañana. Recuerdo una vez, tendría unos 17, estaba agotada, el bebé no paraba de llorar y yo… yo solo quería dormir. Me sentía tan frustrada, tan sola… ¿Te imaginas?

Claro que también hay amor. Un amor incondicional, desbordante, que te llena por completo. Ver la carita de mi hijo, su sonrisa… eso lo compensaba todo, de verdad. Aunque a veces, entre el agotamiento y el miedo, ese amor se escondía, se difuminaba entre la ansiedad.

Leí en alguna parte que muchas chicas en mi situación pasan por esto, que no es raro sentir rechazo al bebé, o una tristeza profunda. No sé, creo que eran como un 70%, una barbaridad. Yo, por suerte, tuve el apoyo de mi familia, aunque al principio fue duro. Pero imagino que si estás sola, sin nadie que te ayude… debe ser terrible. Es una carga muy pesada para llevarla sola, demasiado.

En fin, ser madre adolescente es un camino difícil, lleno de obstáculos. Pero también es un camino de aprendizaje, de crecimiento… y sobre todo, de un amor inmenso. Un amor que, a pesar de todo, lo cura todo.