¿Cómo se activa un generador?

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¡Uf, qué alivio tener luz! Para que esa magia ocurra, el generador necesita su desayuno de combustible, que enciende el motor. Imaginen ese motor dando vueltas con energía, ¡como si estuviera bailando! Al girar, pone en marcha el rotor. Ahí, dentro del alternador, ¡pum!, la energía eléctrica se crea como por arte de magia y las escobillas la atrapan para que podamos encender nuestras vidas. ¡Es fascinante!

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¿Cómo se activa un generador? Bueno, a ver… No sé ustedes, pero yo me acuerdo una vez que se fue la luz en plena tormenta. Oscuridad total, ¿se imaginan? Angustia pura. Y de repente… ¡brummm! El generador volvió a la vida. ¡Qué alivio, de verdad! Es como si de repente volvieras a respirar.

Para que esa magia ocurra, bueno, magia no es, ¿verdad?, necesita su combustible. Como nosotros el café por la mañana, el generador necesita su gasolina, o diésel, lo que sea. Eso enciende el motor, que empieza a dar vueltas, vueltas, vueltas… casi lo puedes visualizar, ¿no? Como un hamster en su rueda, pero con mucha más potencia.

Ese movimiento, ese girar frenético, es lo que pone en marcha el rotor. Y dentro del alternador… ¡pam! Se crea la electricidad. No sé, a mí me sigue pareciendo alucinante. Como si fuera un truco de magia. Las escobillas, que ni idea tenía para qué servían hasta que me puse a investigar esto, son las que “atrapan” esa energía, la domestican, digamos, para que podamos usarla. Encender las luces, la tele, ¡la cafetera! Cosas esenciales, vamos.

Recuerdo a mi abuelo explicándome algo así, con menos tecnicismos claro, cuando era pequeña. Él tenía un generador viejo en su finca y a veces, jugando, lo poníamos en marcha. Era un ritual. Comprobar el aceite, el combustible… y tirar de la cuerda. ¡Qué recuerdos!

Leí por ahí que la eficiencia de un generador promedio ronda el 60%, o sea, que de toda la energía que produce el combustible, sólo un poco más de la mitad se convierte en electricidad. El resto se pierde en calor, ruido… cosas así. No sé, a mí me parecen cifras sorprendentes. Pensar en toda esa energía que se “desperdicia”… En fin, lo importante es que cuando necesitamos luz, el generador está ahí para dárnosla. Y eso, en momentos de oscuridad, no tiene precio.