¿Por qué se dice LTE y no 4G?
¡Es un lío, ¿verdad?! A mí me frustraba también. Dicen 4G pero es LTE... ¡qué engaño! Realmente LTE era como un casi 4G, una promesa incumplida. Nos vendieron la idea de una velocidad increíble, pero técnicamente no llegaba a los estándares. Ahora con el 5G, espero que no nos vuelvan a hacer lo mismo.
¡Uf! La verdad es que el tema del 4G y el LTE es para volverse loco. Recuerdo perfectamente esa época, la emoción por la llegada de la “cuarta generación” de internet móvil, la promesa de velocidades de vértigo… y luego, la decepción. Nos inundaron con publicidad del 4G, pero nuestros teléfonos mostraban LTE, y la velocidad, aunque mejor que el 3G, no era tan revolucionaria como nos la pintaban. Sentía como si nos hubieran dado gato por liebre.
La clave de este embrollo está en los estándares técnicos. La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), el organismo que define estos estándares, estableció unos requisitos muy específicos para el 4G, conocidos como IMT-Advanced. Entre ellos, destacaba una velocidad pico de descarga de al menos 100 Mbps en movimiento y 1 Gbps en estático. ¿Y qué pasaba con el LTE que nos estaban vendiendo como 4G? Pues que no llegaba a esas cifras. Las primeras versiones de LTE, también llamadas LTE Release 8 o 3GPP Release 8 (¡más nombres para liar la cosa!), alcanzaban velocidades máximas teóricas de “solo” 300 Mbps en descarga y 75 Mbps en subida.
Para que te hagas una idea, era como si te prometieran un coche deportivo que alcanzaba los 300 km/h, y te entregaran uno que “solo” llegaba a 180 km/h. Sigue siendo un coche rápido, pero no es lo que te prometieron.
Las operadoras, ansiosas por subirse al carro del marketing del 4G, empezaron a comercializar el LTE como tal, a pesar de no cumplir completamente los requisitos de la UIT. Era una especie de “4G light”. Y claro, la confusión estaba servida.
Luego, con la llegada del LTE-Advanced (LTE-A) y posteriores evoluciones como el LTE-Advanced Pro, la tecnología sí logró alcanzar, e incluso superar, los estándares del 4G “verdadero” o IMT-Advanced. Por ejemplo, el LTE-A permitía la agregación de portadoras, es decir, combinar varias bandas de frecuencia para aumentar la velocidad, llegando a velocidades de descarga teóricas de hasta 1 Gbps. Pero el daño ya estaba hecho, y la confusión entre 4G y LTE se había instalado en el imaginario colectivo.
Ahora, con el 5G, la historia se repite, aunque de forma algo diferente. Tenemos el 5G NSA (Non-Standalone), que se apoya en la infraestructura 4G existente, y el 5G SA (Standalone), que es el 5G “puro” y que promete velocidades mucho mayores y menor latencia. Esperemos que esta vez la industria aprenda de los errores del pasado y sea más transparente con las denominaciones y las capacidades reales de la tecnología. Personalmente, me mantengo escéptico, pero con la esperanza de que no nos vuelvan a vender humo. Al fin y al cabo, todos queremos una conexión a internet rápida y fiable, sin tener que descifrar jeroglíficos tecnológicos.
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