¿Cómo se transmite el calor?

¿Cómo se transmite el calor? Es una pregunta que, a veces, me parece tan obvia, ¿no? Pero cuando te paras a pensarlo de verdad… es fascinante. Imagina, el calor, esa sensación que te reconforta en invierno, que te abrasa en verano, ¡viaja! Y lo hace de tres maneras, como si tuviera superpoderes.

Primero, la conducción. Piensa en la pared de tu casa en un día frío. Por fuera, hielo. Por dentro, tú con una taza de chocolate caliente. Esa pared, sólida e inamovible, está transmitiendo el frío hacia adentro, ¿verdad? O mejor dicho, dejando que el calorcito de tu casa se escape… Es como si las moléculas se fueran pasando el frío, una a una, en una cadena invisible. Recuerdo una vez, en la casa de mi abuela, que las paredes eran tan finas que podías sentir el frío casi como si te tocara. ¡Horrible!

Luego está la convección. Esa es la del movimiento, la inquieta. El agua hirviendo en una olla es el ejemplo perfecto. ¿Has visto cómo se mueve, cómo sube y baja? El agua caliente, menos densa, sube, y la fría baja, creando esas corrientes… Es como una danza, ¿no te parece? Igual que el aire caliente que sube en un globo aerostático, ¡y te eleva por los aires! Una vez, en un viaje a Capadocia, vi cientos de globos ascendiendo al amanecer. Era mágico, y todo gracias a la convección.

Y finalmente, la más misteriosa para mí: la radiación. La del sol, la del fuego… Ondas electromagnéticas, dicen. Suena a ciencia ficción. Pero es tan real como el calor que sientes en la cara cuando te asomas a la ventana en un día soleado. No hay nada entre tú y el sol, solo espacio vacío, y aun así… ¡calor! Es casi como magia. A veces, leyendo sobre esto, me imagino esas ondas viajando por el universo, llevando calor a planetas lejanos… ¿Habrá alguien allí, sintiendo ese mismo calor en su piel? Quién sabe.

Así que ya ves, el calor se mueve de formas increíbles. Conducción, convección y radiación. Tres maneras de viajar, tres maneras de sentir… ¿No es asombroso?