¿Cuáles son las 3 formas de calor?

Ay, el calor… ¡cuántas veces me ha hecho sudar la gota gorda! Recuerdo ese verano en la playa, pegada a la arena que parecía una plancha… ¡qué quemadura! Eso, amigos, es conducción, pura y dura. El calor pasando directamente de la arena a mi piel, ¿verdad que duele solo de recordarlo?

¿Y qué me dices de la convección? Ahí entra en juego el aire, ¿no? Esas brisas que a veces te acarician y otras te azotan como si fueras un trapo… Me acuerdo de un viaje a la montaña, ¡qué frío hacía! Sentía el viento helado, como si miles de diminutas manos heladas me rozaran la cara. Ese aire frío desplazando el aire caliente… convección en estado puro, supongo que así se explica. Ojalá hubiera llevado un jersey más gordo, ¡qué arrepentimiento!

Y luego está la radiación… Esa sí que es misteriosa. El sol, ¡qué poder! Recuerdo estar en la terraza de mi abuela un mediodía de verano, el calor de los rayos solares, tan intenso, penetrante… Te sientes asado, aunque no haya nada que te toque directamente. Es como si el sol te abrazara con un abrazo de fuego, un abrazo invisible pero potente. Dicen que algo así como un 70% del calor que recibimos de la tierra viene de la radiación solar, aunque claro, a veces se me olvida lo que me dijeron en clase de física. ¿Quién se acuerda de todo eso, a no ser que seas un científico loco?

En fin, que las tres maneras de sentir el calor… conducción, convección y radiación… son maneras distintas, pero todas igual de molestas a veces, ¿no crees? O a veces, divinamente agradables, si piensas en el calorcito de una chimenea en invierno… ¡Ay, qué recuerdos!