¿Cuándo es más soluble una sal?
"La solubilidad de una sal generalmente aumenta con la temperatura, proceso endotérmico que absorbe calor. Sin embargo, existen excepciones. La naturaleza iónica y las interacciones soluto-solvente son factores clave. Para predecir la solubilidad, es necesario conocer la entalpía de solución."
¿Cuándo una sal es más soluble?
Pues, a ver… yo no soy química, ¿sabes? Pero por lo que he visto en mi cocina, la sal se disuelve mejor en agua caliente. Recuerdo una vez, era 23 de julio, haciendo sopa. Eché sal al agua fría y tardó la vida. Luego, con el agua hirviendo, ¡puf! Desapareció al instante.
El tema de la temperatura es clave, creo. Como que el calor ayuda a “romper” la sal, ¿no? Pero mi vecina, que es farmacéutica, me contó una vez sobre unas sales raras que se disuelven mejor en frío. Me quedé a cuadros, la verdad. Debe ser cosa de la química esa tan compleja…
La sal normal, la de mesa, vamos, se disuelve más con el calor. Eso sí, no sé de entalpías ni nada de eso. Solo sé que para mi sopa, el agua calentita es mano de santo. La compré, por cierto, en el Mercadona, a 0.50€ el paquete. ¡Una ganga!
¿Cuándo una sal es más soluble?
Generalmente, en agua caliente. Hay excepciones, pero la sal común (cloruro de sodio) se disuelve mejor con el calor.
¿Cómo aumentar la solubilidad de una sal?
Medianoche. Otra vez despierto. Dando vueltas en la cama… pensando. En la sal. Sí, la sal. ¿Por qué me obsesiona esto? No lo sé. Quizá porque es algo tangible, algo que puedo controlar… a diferencia del resto de mi vida.
Temperatura. Calentar el agua… como calentar mi propia sangre, intentando disolver este nudo en el pecho. Nunca funciona. Recuerdo aquel día, este verano, hirviendo agua para el té, viendo como el azúcar desaparecía. Una ilusión de orden en un mundo caótico.
Agitación. Remover, remover, remover… como si agitando los problemas pudieran desvanecerse. Igual que remover el café esta mañana, pensando en ella. En cómo revolvía su té… con una cucharilla de plata, regalo de su abuela. Ya no está. Ni la abuela, ni ella. Ni la cucharilla.
Partículas pequeñas. Moler, triturar… como mis propios pensamientos, dando vueltas en mi cabeza, cada vez más pequeños, más afilados. Recuerdo moler pimienta, con ese molinillo de madera… ella lo odiaba, decía que el ruido la ponía nerviosa.
Disolvente polar. Cambiar el disolvente… como intentar cambiar mi vida, buscar un lugar donde pueda… disolverme, desaparecer. Un sitio donde no me duela tanto. Donde el recuerdo de su risa no me apuñale en el alma. Imposible. Ella era el disolvente, y yo… la sal que ya no se disuelve. Este verano, en la playa, el agua salada me quemaba la piel. Ironía.
- Temperatura: Calentar el disolvente.
- Agitación: Remover la solución.
- Tamaño: Pulverizar la sal.
- Disolvente: Usar uno más polar.
¿Cuáles son los factores que determinan la solubilidad?
Solubilidad:
- Disolvente/Soluto: Afinidad, atracción, repulsión. Un baile químico.
- Temperatura: Agitación molecular, desorden. Más calor, a veces más disolución.
- Presión: (Gases). Compresión, fuerza. Afecta, pero no siempre.
- Entropía: El desorden manda. Todo tiende al caos, incluida la disolución.
Extras.
- Polaridad: Semjante disuelve semejante. Agua polar, aceite apolar. Ley no escrita.
- Tamaño molecular: Moléculas grandes, más lentas. Resistencia a disolverse.
- Fuerzas intermoleculares: Puentes de hidrógeno, Van der Waals. Batallas invisibles.
Te digo, la química no es solo fórmulas. Es entender el juego. En mi lab, vi sales disolverse como fantasmas. Magia.
¿Qué ocurre con la sal cuando se disuelve?
¡A ver, a ver! ¿Qué le pasa a la sal cuando se va de fiesta al agua? ¡Se pone como loca!
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Se separa, como una banda de rock que anuncia su disolución justo antes de la gira mundial. ¡Na+ y Cl- se dan el piro cada uno por su lado! ¡Es como si el agua fuera la discoteca y la sal, un grupo de amigos que terminan bailando con desconocidos!
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El agua salada se convierte en la reina de la fiesta… ¡de la conductividad eléctrica! Los iones sueltos son como los relaciones públicas del agua, que invitan a los electrones a unirse al bailoteo. ¡Conecta que te conecta!
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Y hablando de cantidades, ¡350 gramos por litro! ¡Es como echarle un kilo de azúcar al café! ¡Una barbaridad! Yo, con un pellizquito ya me apaño, ¡que luego me sube la tensión! Aunque, pensándolo bien, el agua del mar está mucho más salada, ¿eh? ¡Cosas veredes!
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¡La sal se disuelve!
Info extra, ¡y de la buena!
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¿Sabías que la sal común es cloruro de sodio (NaCl)? ¡Sí, la de toda la vida! ¡Pero también hay sales de potasio y otras cosillas! ¡El mundo de la sal es más extenso que mi lista de “cosas que tengo que hacer”!
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¡Ojo al dato! El agua salada conduce la electricidad, ¡pero no metas el secador en la bañera! ¡Que luego vienen los sustos!
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Y para los más curiosos: la solubilidad de la sal varía con la temperatura. ¡Como yo con el café: si está frío, no hay manera!
¿Cómo saber si es soluble o no?
La solubilidad se determina con reglas básicas.
¿Sabes? Me acuerdo que en química de primero de bachillerato siempre me liaba con esto. Estábamos en el laboratorio, ese que olía como una mezcla extraña entre vinagre y esperanza… La profesora, Doña Carmen, que en paz descanse, intentaba explicarnos lo de los nitratos siempre solubles y yo, con el uniforme lleno de manchas, solo pensaba en el bocadillo de chorizo.
- Nitratos: Casi siempre solubles.
- Cloruros: Solubles, excepto con plata, plomo o mercurio.
- Sulfatos: Solubles, salvo con bario, estroncio, plomo o calcio.
¡Un rollo patatero!
Pero ahora, pensándolo bien, Doña Carmen tenía razón. Conocer estas reglas de solubilidad te ahorra muchos dolores de cabeza. Es como saberte las capitales de Europa, algo aburrido pero útil. Recuerdo un examen en el que, precisamente, preguntaban si el sulfato de bario era soluble. ¡Menos mal que me acordé de la excepción!
Este año, concretamente en marzo, volví a usar estas reglas para un experimento casero sobre la dureza del agua. Quería ver si el agua de mi grifo tenía mucha cal y terminé buscando si el carbonato de calcio se disolvía o no. Resulta que no mucho, ¡vaya! Me sentí como una pequeña Doña Carmen en mi cocina.
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