¿Por qué no podemos ver los rayos infrarrojos?

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Nuestros ojos no perciben la luz infrarroja porque su longitud de onda es superior a la del espectro visible. Si bien es radiación electromagnética y térmica, nuestros fotorreceptores retinianos carecen de la sensibilidad necesaria para detectarla.
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El Invisible Calor: Por qué no vemos los rayos infrarrojos

La luz, ese flujo constante de energía que nos permite percibir el mundo que nos rodea, es mucho más que lo que vemos. Existen vastos espectros de radiación electromagnética, incluyendo la luz infrarroja, invisible al ojo humano. ¿Por qué, si esta radiación existe y afecta a nuestro entorno, no la percibimos?

La respuesta radica en la estructura fundamental de nuestros ojos y la forma en que procesamos la información visual. Nuestros ojos, prodigiosas máquinas biológicas, están diseñados para detectar un rango específico del espectro electromagnético: el espectro visible. Este espectro, delimitado por longitudes de onda que van aproximadamente desde el violeta hasta el rojo, es el que activa nuestros fotorreceptores, las células especializadas de la retina llamadas conos y bastones.

Estos fotorreceptores tienen una estructura molecular específica, que responde a la vibración electromagnética de ciertas longitudes de onda con una activación química. Los rayos infrarrojos, por el contrario, poseen longitudes de onda significativamente mayores que las de la luz visible. Esta longitud de onda más extensa implica una menor frecuencia de vibración. Nuestra retina, en su diseño evolutivo, no ha desarrollado los mecanismos necesarios para detectar estas vibraciones más lentas y traducirlas en la sensación de “ver”.

Si bien la radiación infrarroja es una forma de energía electromagnética, y por lo tanto una forma de luz, no es la clase de luz que podemos detectar con nuestros órganos visuales. Es importante destacar la diferencia entre detectar y ver. Podemos detectar la energía infrarroja, por ejemplo, con un termómetro infrarrojo, un dispositivo que transforma esa radiación en una señal medible.

En resumen, la incapacidad de ver la luz infrarroja se debe a la limitación bioquímica de nuestros fotorreceptores. Nuestro sistema visual está adaptado a un rango específico de frecuencias electromagnéticas, el espectro visible, y no ha desarrollado la capacidad de percibir la radiación infrarroja. Esta ausencia de percepción no implica que la radiación infrarroja no exista o no tenga efectos en nuestro entorno, sino que simplemente no estamos equipados para percibirla a través de la visión. La existencia de otras formas de detectar esta radiación demuestra la presencia y el impacto omnipresente de la energía electromagnética más allá de lo que nuestros ojos pueden ver.

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