¿Qué causó la separación de los continentes?

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La separación continental, que culminó en los cinco continentes actuales, se originó hace unos 240 millones de años por la fragmentación de Pangea. Este proceso fue impulsado por el movimiento de las placas tectónicas.
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La Divergencia de los Continentes: Un Legado de la Era Paleozoica

Hace aproximadamente 240 millones de años, nuestro planeta presentaba un panorama muy diferente al actual. Los continentes que conocemos hoy no existían, sino que formaban una masa de tierra colosal llamada Pangea. A través de un proceso gradual pero inexorable, Pangea se fragmentó y sus fragmentos se desplazaron, dando lugar a la configuración continental que habitamos hoy.

El motor del movimiento: la tectónica de placas

La separación de los continentes fue impulsada por las fuerzas tectónicas que dan forma a la superficie de la Tierra. La corteza terrestre está dividida en numerosas placas tectónicas que flotan sobre el manto subyacente, una capa de roca semisólida. Estas placas se mueven constantemente, deslizándose unas sobre otras a lo largo de sus límites.

La fragmentación de Pangea

Hace unos 335 millones de años, Pangea comenzó a fracturarse a lo largo de líneas de debilidad en su corteza. El calor y la presión acumulados debajo de la superficie empujaron hacia arriba masas de magma, que crearon fisuras y rift. A medida que el magma se enfriaba y se solidificaba, se formaron nuevas cortezas oceánicas.

Esta expansión del fondo oceánico separó gradualmente los fragmentos de Pangea. El Océano Atlántico se formó entre América del Norte y África, mientras que el Océano Índico dividió a África de la India y Australia. La Antártida se separó del resto de los continentes, convirtiéndose en un continente aislado.

Los continentes actuales

El proceso de separación continental culminó hace unos 65 millones de años, dando lugar a los cinco continentes que conocemos hoy: África, Antártida, Asia, Australia y América. Desde entonces, los continentes han seguido moviéndose lentamente, pero sus posiciones relativas han permanecido en gran medida constantes.

Implicaciones para la vida en la Tierra

La separación de los continentes tuvo profundas implicaciones para la evolución de la vida en la Tierra. La creación de nuevas barreras oceánicas aisló a poblaciones de animales y plantas, lo que llevó a la especiación y la aparición de nuevas especies. El movimiento de los continentes también alteró los patrones climáticos y de circulación oceánica, dando forma a los ecosistemas y la distribución de la vida en todo el planeta.