¿Qué contiene la Luna por dentro?

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La Luna posee un núcleo metálico interno, envuelto por un manto parcialmente fundido y otro rígido, culminando en una corteza externa sólida. Su menor tamaño, comparado con la Tierra, provoca una disipación térmica más rápida, resultando en un interior significativamente más frío.
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Explorando el interior lunar: Un vistazo al núcleo, el manto y la corteza

A diferencia de la Tierra, nuestro vecino celestial, la Luna, no posee una atmósfera ni placas tectónicas activas. Sin embargo, su interior guarda secretos fascinantes que nos ayudan a comprender mejor la evolución de nuestro sistema solar.

Núcleo interno: Un núcleo metálico

En el corazón de la Luna se encuentra un núcleo interno metálico, principalmente compuesto de hierro y níquel. Este núcleo, de aproximadamente 240 kilómetros de radio, representa aproximadamente el 2% del volumen de la Luna. Su composición metálica sugiere que la Luna experimentó una diferenciación temprana, con elementos más pesados hundidos hacia el centro durante su formación.

Manto: Una capa parcialmente fundida y sólida

Rodeando el núcleo interno se encuentra el manto lunar, una capa de aproximadamente 1.100 kilómetros de espesor. El manto se divide en dos regiones:

  • Manto superior: Una capa parcialmente fundida que se extiende hasta unos 200 kilómetros de profundidad.
  • Manto inferior: Una capa sólida que se extiende hasta la corteza.

Se cree que el manto superior contiene una pequeña cantidad de magma, lo que indica cierta actividad geológica en el pasado.

Corteza: Una capa externa sólida

La capa más externa de la Luna es la corteza, que tiene un espesor medio de 68 kilómetros. La corteza está compuesta principalmente de silicatos y es relativamente ligera en comparación con otros cuerpos celestes. Se cree que la corteza se formó a partir del enfriamiento y solidificación del magma temprano en la historia de la Luna.

Conclusión

La estructura interna de la Luna es significativamente diferente de la de la Tierra, principalmente debido a su menor tamaño. La disipación térmica más rápida de la Luna ha resultado en un interior mucho más frío, lo que ha llevado a una menor actividad geológica en comparación con nuestro planeta. El estudio continuo del interior lunar nos proporciona información valiosa sobre la formación y evolución de nuestro sistema solar y ayuda a desentrañar los misterios de nuestro vecino cósmico.