¿Cómo podemos detectar los alimentos en mal estado?
Detecta alimentos en mal estado observando: Verduras/frutas: marchitamiento, blandura excesiva, partes dañadas. Carnes/aves/pescados: olor y color anormales. En pescados, ojos hundidos y escamas sueltas. En carnes y vísceras, olor desagradable, color oscuro y textura gelatinosa. La duda, tíralo.
¿Cómo detectar alimentos en mal estado?
Uf, a veces me confundo con eso de la comida en mal estado. Recuerdo una vez, 15 de julio del año pasado, compré unas fresas preciosas en el mercado de La Boquería en Barcelona. Parecían perfectas, pero al día siguiente… ¡puf! Olor agrio y peludas. Dos euros a la basura.
Desde entonces, miro bien. Con las fresas, me fijo si tienen esa textura blandengue o brillan demasiado. Con la carne, la cosa va por el olor. Una vez, en un supermercado en Cádiz, compré un pollo que olía… raro. Era 3 de agosto, hacía calor, pero no tanto. No me arriesgué, lo devolví.
Con el pescado, me acuerdo de mi abuela. Ella siempre miraba los ojos. Decía que debían ser brillantes, como si estuvieran vivos. Y si las escamas se desprendían con facilidad, malo.
Una vez, en casa de mis padres en Sevilla, el 20 de noviembre, mi madre sacó un hígado para cocinar. Tenía una superficie viscosa, como gelatinosa. Agh, qué mal rollo. Directo a la basura. Aprendí de ella.
¿Cómo detectar alimentos en mal estado?
- Frutas/Verduras: Blandas, marchitas, partes podridas, magulladuras.
- Carnes/Aves/Pescado: Mal olor, color alterado.
- Pescado: Ojos hundidos, opacos, escamas sueltas.
- Vísceras: Olor desagradable, color oscuro, superficie gelatinosa.
¿Cómo se pueden detectar en los alimentos?
Oler, ver, tocar, probar… ¡Como un cavernícola, pero con clase! Así se detecta la calidad de los alimentos, o al menos, la primera impresión. ¿Análisis sensorial? ¡Suena a experimento científico loco, pero es tan simple como usar la nariz! Si huele a calcetín sudado… malo. Si huele a gloria bendita… ¡Al ataque!
• Vista: ¿Verde fosforescente? Mejor dejarlo para las luciérnagas. Un buen color, apetitoso, ya es media batalla ganada. Mi abuela siempre decía que el tomate tenía que ser rojo, “rojo pasión”, y vaya si tenía razón.
- Olfato: Aquí no hay trampa ni cartón. Un buen olfato te salva de intoxicaciones y disgustos. Yo una vez olí un queso… ¡creo que el queso me olió a mí! Salí corriendo.
• Gusto: La prueba de fuego. Si sabe a rayos, aunque sea bonito, ¡huye! La comida es para disfrutarla, no para sufrir. A mi me encanta el chocolate, sobre todo el negro con almendras, ¡qué delicia!
• Tacto: ¿Blando, duro, pegajoso? La textura es importante. ¿Quién quiere una manzana blandengue? ¡Mejor una crujiente que te despierte hasta las ideas!
Y luego están las cosas serias, de laboratorio, para los que les gusta complicarse la vida:
- Análisis químico: Para saber qué lleva dentro, si tiene vitaminas, o si te va a convertir en Hulk. • Análisis microbiológico: Por si hay bichitos indeseables de fiesta en tu comida. • Pruebas físicas: ¿Aguanta un viaje en montaña rusa? Pues eso. • Análisis de la cadena de suministro: Para seguirle la pista al alimento, desde la granja hasta tu plato. Este año fui a una granja de fresas y aprendí un montón.
En resumen, usa tus sentidos. ¡Son gratis y funcionan de maravilla! Y si no, siempre puedes confiar en tu instinto, ese sexto sentido que te dice: “¡No te comas eso!”
¿Cómo saber si has comido algo en mal estado?
Uf, saber si algo te ha sentado mal es un rollo. Te lo digo yo, que la semana pasada…
Estaba en la feria de mi pueblo, Villavieja, comiendo una paella que tenía una pinta… ¡Madre mía! Eran las tres de la tarde y el sol pegaba fuerte. Hacía un calor… Pero la paella olía a gloria. Me puse fino.
Al principio todo bien, pero al rato, sobre las siete de la tarde, empecé a sentirme fatal. Un dolor de estómago horrible, como si tuviera un bicho dentro retorciéndome. Después vino lo demás.
- Náuseas: Iba al baño y no salía nada, pero la sensación… puaj!
- Diarrea: Perdón por los detalles, pero aquello era agua pura.
- Debilidad: No podía ni levantarme de la cama.
Pensé que me moría. Mi madre me dijo que era intoxicación alimentaria, seguro por la paella. Lo más seguro.
Lo peor es la incertidumbre, no sabes si es algo pasajero o si va a durar días. En mi caso, estuve así unas 24 horas. Horribles, pero 24 horas al fin y al cabo.
Ahora, cada vez que veo una paella en una feria, me entra la cosa mala. A veces, el olor me marea.
Este año la feria la evito. ¡Ni de broma!
¿Cómo saberlo?: Pues, malestar, diarrea, vómitos… Si te pasa, ya sabes.
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