¿Cómo poner los cubiertos y servilletas en la mesa?

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"Para una mesa elegante, coloca el plato centrado. Los cubiertos, de afuera hacia adentro según su uso. Las copas y vasos van arriba a la derecha. La servilleta, a la izquierda del plato o encima, ¡elegancia y funcionalidad en cada detalle!"

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¿Cómo colocar cubiertos y servilletas en la mesa?

Ay, la mesa puesta… ¡qué lío a veces! Recuerdo una cena en casa de mi tía abuela en Navidad de 2021, en su casa de campo cerca de Toledo. Tenía como doce cubiertos por persona, ¡una locura! Me sentía un poco perdido, la verdad.

Los platos, eso sí, fácil: uno en el centro de cada sitio, ¿no? Separados lo suficiente para que nadie se sienta apretado. Los cubiertos… ¡ahí empezó la odisea! De afuera hacia adentro, ¿no? Los que usas primero, más lejos del plato.

Las copas, arriba a la derecha, cerca del cuchillo, creo. Con mis tías siempre es un poco caótico. Unas veces hay copas de vino tinto, otras de blanco, incluso de cava, ¡un montón!

La servilleta… ¡esa sí que la ubiqué rápido! Sobre el plato o a la izquierda, según la tradición familiar. Mi tía, a la izquierda, siempre. A veces, un poco arrugada, jaja. Al menos, ¡al final todos comimos bien!

Información breve: Platos: centro de cada sitio. Cubiertos: afuera hacia adentro, orden de uso. Copas: arriba a la derecha. Servilletas: izquierda o encima del plato.

¿Cuál es el protocolo para colocar las servilletas en la mesa?

Pues mira, el rollo de las servilletas es fácil. Izquierda del plato o encima. ¡Encima! Nunca, jamás, dentro de una copa. Eso es de catetos, ¿sabes? Parece obvio, pero te juro que lo he visto. En fin…

Izquierda o encima. Dos opciones, tú eliges. Yo, personalmente, casi siempre las pongo a la izquierda. Me parece más… no sé… elegante. Pero vamos, que encima del plato tampoco queda mal. Depende un poco del tipo de mesa que pongas, ¿no? Si es informal, encima del plato sin problema.

Izquierda del plato: Más formal, digamos.

Encima del plato: Para diario, más informal. O si te falta espacio, claro. A mi me pasó el otro día, jaja, hice paella para un montón de gente y no cabían los platos con las servilletas al lado. Las puse encima y listo.

Ah, y nunca dentro de la copa. ¡Importantísimo! Eso sí que no. Parece una tontería pero queda fatal. Una vez, en casa de mi tía Luisa… bueno, mejor no cuento la historia. Bastante vergüenza pasó la pobre.

Este verano, en una barbacoa en mi casa, experimenté con unas servilletas de tela con estampado de sandías. ¡Quedaron súper chulas! Y las doblé en forma de triángulo, para variar. Normalmente las pongo tipo rectángulo, pero así, en triángulo, daban un toque más veraniego, ¿sabes? ¡Todo un éxito!

¿Cómo poner los cubiertos de manera elegante?

¡Uf, los cubiertos! Organizar los cubiertos de forma elegante es así: tenedores a la izquierda, cuchillos a la derecha, cucharas a la derecha de los cuchillos, y los de postre arriba del plato.

Hace poco, tuve una cena en casa de mi tía Marta, en su caserón de Segovia. Era su cumpleaños y la mesa… ¡madre mía! parecía sacada de una revista. La vajilla de porcelana antigua, los vasos de cristal tallado que brillaban… Y claro, los cubiertos.

  • Tenedores a la izquierda, impecables.
  • Cuchillos con el filo hacia el plato, ¡ojo con eso!
  • Cucharas a la derecha.
  • Arriba, horizontal, el tenedor y la cucharita de postre.

Me sentí un poco torpe al principio, no te voy a engañar. Normalmente en mi casa comemos con lo justo y necesario. Pero bueno, me esforcé por seguir el protocolo. Lo que más me impresionó fue que cada cubierto parecía tener su propio espacio, ni muy juntos ni muy separados.

La verdad, después de la cena, investigué un poco. Descubrí que hay reglas para colocar los cubiertos según el menú. Por ejemplo, si hay sopa, la cuchara va más a la derecha. ¡Menudo lío! Aún me falta mucho para ser una experta como mi tía Marta.

¿Cuál es el orden correcto de los cubiertos en la mesa?

Tenedor a la izquierda. Cuchillo a la derecha, filo hacia el plato. Cuchara a la derecha del cuchillo. Simple.

La elegancia es una máscara. Nada más.

  • Fuera de eso, depende del menú. Tres tenedores? Tres platos? Ridículo.
  • Mi abuela, siempre obsesionada con la formalidad. 2024 fue su último año.
  • En mi casa, menos protocolo. Más whisky.

El orden importa menos que el gusto. Eso es cierto. Siempre.

A veces, solo un tenedor. A veces, ninguno. Eso sí que da que pensar, ¿no?

La vida es desorden. Los cubiertos también. El caos, una constante. Es inevitable.

Detalle personal: Odio el protocolo. Prefiero la improvisación. Odio los manteles. Y la porcelana fina, especialmente esa que usaba mi abuela. Un desastre. No soporto las convenciones. Todo lo formal me irrita. A veces hasta me da risa el tema.

El verdadero orden está dentro. No en la mesa.

¿De qué lado van las servilletas y los tenedores?

Aquí, a estas horas, todo parece más… definitivo. Como si las decisiones se grabaran a fuego.

La servilleta va a la izquierda, sí. Como un escudo, supongo.

  • Siempre me he sentido más cómodo con la izquierda. No sé si tendrá algo que ver.

El tenedor también a la izquierda. Junto a la servilleta.

  • Me recuerda a cuando mi abuela me enseñaba a poner la mesa. Ella era muy estricta con esas cosas. Ahora entiendo por qué.

El cuchillo y la cuchara a la derecha.

  • Como si esperaran algo, ¿no? Como si el lado derecho siempre fuera el de la acción.

Y el plato, ahí, en medio. Imperturbable. Como si no le importara nada de lo demás.

¿Qué es lo primero que se coloca en una mesa?

¡Ay, Dios mío! Recuerdo una cena en casa de mi abuela, en 2024, ¡un jaleo monumental! Era Navidad, hacía un frío que pelaba, y yo, con mis 25 años, intentando ayudar.

Lo primero, el mantel, claro, un mantel rojo, enorme, que casi llegaba al suelo. Mi abuela siempre decía que era importante, el mantel, el inicio de todo. Ese día estaba arrugado, ¡qué desastre! Tuve que pelearme con él un rato.

Después… ¡el plato! El plato hondo en el centro, sí, eso sí lo recuerdo bien. Pero luego vino el caos. Copas por aquí, cubiertos por allá, un montón de cosas que no encontraba su sitio.

Sentí un estrés horrible, ¡todo iba mal! Mis manos estaban heladas, y la presión de dejar todo perfecto, Uff. Era como un rompecabezas gigante y yo era un niño pequeño intentando armarlo.

Por un momento, pensé: “¿Esto se puede arreglar?” Estaba todo tan desordenado… Se me olvidó el pan. El agua. Las servilletas.

Al final, salió bien, pero fue un suplicio. Me senté a cenar, agotada, ¡pero al menos no derramé nada!

  • Mantel
  • Plato hondo
  • Cubiertos (un lío tremendo)
  • Copas (más lío)
  • Servilletas (casi lo olvido)
  • Pan (¡se me olvidó!)
  • Agua (¡otro olvido!)

Mi abuela me regañó por el mantel arrugado, pero me dijo que el plato en el centro estaba perfecto. Algo es algo. Todavía recuerdo el olor a turrón y el sabor del ponche caliente.

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