¿Cuáles son los vinos sin azúcar?

1 ver

¡Ay, qué tema tan apasionante! Para mí, un vino sin azúcar es un concepto un poco ambiguo. Aunque técnicamente esos brut nature y extra brut se acerquen a cero gramos de azúcar, siempre hay un algo ahí. Para un paladar delicado como el mío, la diferencia es sutil, pero apreciable. Me quedo con la idea de que son vinos con una presencia mínima de azúcar, lo que los convierte en una opción ideal para quienes buscan un sabor seco y refrescante. ¡Salud!

Comentarios 0 gustos

¿Vinos sin azúcar? ¡Ay, qué lío! ¿De verdad existen? O mejor dicho, ¿existe el vino completamente sin azúcar? Porque, a ver, yo, que soy un poquito sibarita, o al menos eso me digo, noto siempre algo, un susurro, una insinuación dulzona incluso en los brut nature, esos que te venden como la panacea de la sequedad. ¡Mentira cochina! Bueno, quizá no mentira, pero exageración, ¿no crees?

Recuerdo una vez, en una cata… ¡qué vergüenza!, me dijeron que un champán extra brut era la perfección en la sequedad. Y yo, con mi paladar fino – ay, qué presumida soy – sentí ese pequeño, minúsculo toque dulce, como un suspiro de miel en el final. ¿Sutiles? Sí, sí, muy sutiles, pero ahí estaban. Es como cuando crees que has encontrado el silencio absoluto y de repente escuchas el zumbido de un mosquito a kilómetros de distancia. ¡Ese mosquito es el azúcar!

Entonces, ¿qué son estos vinos “sin azúcar”? Para mí, son vinos con una cantidad ridículamente baja de azúcar residual, tan poca que en la práctica no se nota mucho, sobre todo si eres como yo y no eres tan sensible a ese tipo de matices. Hablamos de, ¿cuánto? Pues ni idea de cifras exactas, ¿para qué preocuparnos con tanto número? Lo importante es la sensación: frescura, sequedad, un final limpio, ¡qué más se puede pedir!

En fin, que para mí un vino sin azúcar es una idea más que una realidad. Pero son fantásticos, oye. Perfectos para acompañar un buen marisco, una ensalada, o simplemente para disfrutarlos solos, meditando sobre la vida y el enigmático mundo del vino. ¡Salud! (Y que nadie me diga lo contrario, que yo me mantengo en mis trece).