¿Qué beneficios tiene la sopa de mote?

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"La sopa de mote, rica en carbohidratos complejos, brinda energía sostenida. Su fibra favorece la digestión y genera saciedad, ideal para control de peso. Además, su aporte de betacaroteno la convierte en una fuente de antioxidantes."

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¿Beneficios de la sopa de mote?

¡A ver, a ver, hablemos del mote! Yo, personalmente, descubrí la sopa de mote en un mercadito en Otavalo, creo que era abril, y desde ahí, ¡me enamoré! No solo es deliciosa, sino que me deja con energía por horas.

¡Y qué rico es sentir esa saciedad! No sé ustedes, pero yo siempre ando picoteando algo. Con la sopa de mote, ¡eso se acabó! La fibra ayuda un montón, ¡y mi estómago me lo agradece!

Lo de los antioxidantes es como un plus, ¿no creen? Algo así como un “bonus track” para sentirnos bien por dentro y por fuera. ¡Yo, feliz con mi sopita de mote!

Preguntas y respuestas sobre los beneficios del mote:

  • ¿Qué tipo de carbohidratos tiene el mote? El mote contiene carbohidratos complejos.
  • ¿Por qué el mote es saciante? Por su alto contenido de fibra.
  • ¿Qué antioxidante contiene el mote? Betacaroteno.

¿Qué beneficios tiene el mote de maíz?

Las sombras de la noche me envuelven… y pienso en el mote de maíz. Su fibra, sí, eso es lo que más recuerdo. Ayudaba a mi abuela con su digestión, siempre lo decía. Recuerdo el olor a mote cociendo… un olor a hogar, a infancia, a algo que se escapa…

Es verdad que tiene proteína, aunque nunca pensé mucho en eso. Para mi era simplemente parte de la comida de siempre, algo sencillo. Algo que me recuerda a mi infancia en el campo, a mi madre preparando esas sopas… Tan sencillas, tan llenas de recuerdos. La verdad, ahora me da nostalgia…

Pero el mote… ah, el mote… era más que eso. Era la compañía en las noches de lluvia, era el aroma familiar, era… memoria.

  • Alto contenido de fibra: Eso sí lo sé, era bueno para la digestión, para regular el azúcar. Siempre lo he sabido.
  • Rico en proteína: No es algo que recordaba de forma prominente, pero es cierto. Es algo bueno, sobre todo si uno es vegetariano. Mi prima lo es, debería decirle.

La verdad es que, a estas horas, con esta soledad… solo pienso en la sencillez del mote. Su sabor terroso, su humilde presencia… y en cómo nos acompañó siempre.

Y este año, 2024, la cosecha ha sido escasa… Eso sí me pesa. La falta del sabor de casa, del simple mote, me golpea en el pecho. El mote del recuerdo, el mote de mi abuela. El simple mote. El mote…

¿Qué entra en el caldo de mote?

Mote, sí, el mote es fundamental, blanco, como la leche de la montaña. Y mondongo, ¡oh, mondongo!, esa textura… que mi abuela preparaba horas, siempre horas, en la olla de barro.

  • Mote (maíz blanco).
  • Mondongo nacional.
  • Costilla de cordero.
  • Pecho de res.
  • Orégano y hierbabuena frescos.
  • Hierbabuena, perejil y cebollita china picados.
  • Sal.
  • Morón partido (opcional).

Recuerdo el olor… ese olor a cordero y hierbas frescas que inundaba la casa. Y el morón, mi madre a veces lo añadía, otras no. Dependía de su humor, supongo.

La hierbabuena, el perejil, la cebollita, ese trío que picaba mi tía con una paciencia infinita. Cortar, cortar, cortar… hasta que se convertía en una lluvia verde y aromática. La sal, ¡claro!, la sal, ese punto de sabor que lo equilibra todo.

El pecho de res, sí, y el mondongo. Cada ingrediente una nota en la sinfonía del caldo. ¿Ves?, eso decía mi abuelo, que era músico frustrado y cocinero por necesidad.

Y el orégano, y la hierbabuena… ¿Ya lo dije? Bueno, lo repito. Porque el orégano y la hierbabuena son el alma, la memoria, el sabor de mi infancia.

¿Cuántas calorías tiene una sopa de mote?

Calorías en la sopa de mote: Incertidumbre.

150 kcal por taza de mote, dicen. Pero, ¿la sopa? Depende. El caldo, los ingredientes… Una variable.

  • Mote: 150 kcal/taza (dato incierto, fuente Facebook; ¿qué tipo de mote?).
  • Ingredientes: Influyen radicalmente. Verduras? Carne? Aceite?
  • Preparación: El método de cocción, vital. La densidad calórica cambia.
  • Mi experiencia: En 2024, mi sopa de mote, con pollo y verduras, me supo a unas 250 kcal, una estimación nada precisa.

No es ciencia exacta. La receta manda. Y esa, es variable. Mi abuela hacia otra.

Conclusión: Imposible dar un número. Depende. Punto.

¿Qué propiedades tiene el caldo de mote?

El caldo de mote, un plato ancestral andino, destaca principalmente por las propiedades que le confiere su ingrediente estrella: el mote.

  • Alto contenido de fibra: El mote, al ser un grano integral, es una excelente fuente de fibra, crucial para la salud digestiva y la regulación del colesterol. Recuerdo que mi abuela siempre decía que una buena taza de mote te mantenía “fuerte como roble”.

  • Fuente de energía sostenida: Gracias a su complejidad carbohidratos complejos, el mote libera energía de manera gradual, evitando picos de azúcar en sangre. Ideal para actividades físicas demandantes o para mantener la concentración durante largas jornadas.

  • Protección de mucosas: Se le atribuyen propiedades protectoras de las mucosas, probablemente debido a la presencia de ciertos polisacáridos en el grano.

Si además añadimos gallina, como en el caldo de gallina, obtenemos un plato aún más completo, combinando las propiedades del mote con proteínas, vitaminas y minerales esenciales. Me recuerda cuando de niño tenía gripa. ¡Era como una inyección de energía y consuelo!

¿Qué beneficios tiene la sopa para la salud?

¡Ay, la sopa! Un bálsamo para el cuerpo y el alma, diría mi abuela, que vivía a base de caldo de pollo y anécdotas familiares (¡siempre con un toque de sal, claro!).

Beneficios de la sopa: Un festín para tu salud

  • Vitamínico-mineral-proteínico-explosión: Piensa en una fiesta en tu estómago, con vitaminas, minerales y proteínas bailando un vals. ¡Eso es una sopa! En serio, es como una fiesta temática de nutrientes, solo que mucho más digestible. A diferencia de las fiestas de mi primo, que terminan en desastres.
  • Digestión fácil: La sopa es como un amigo comprensivo, que se preocupa por tu estómago delicado. Es suave, cálida, y se desliza como seda. Nada de luchas titánicas con la comida. Es más, mi perrita “Chispita” come sopa con más alegría que mi amigo Luis come pizza.
  • Para todas las edades: Desde el recién nacido (literalmente, purés de verduras, un clásico) hasta mi bisabuela Emilia (102 años y con una receta de sopa de lentejas secreta, ¡que no pienso revelar!). Un alimento universal, como el wifi, pero con más sabor.
  • Hidratación extra: ¿Deshidratado? ¡Una sopa te rescata! Es casi como un oasis en el desierto, pero sin camellos. Aunque a veces, con mi sopa de tomate, siento que viajo a un desierto Italiano.

En resumen: La sopa es puro amor en forma líquida. Fácil de digerir, llena de nutrientes y perfecta para cualquier edad. Ya saben, ¡a comer sopa!

Mi vecina, la señora Rodríguez, jura que su sopa de cebolla cura resfriados. No lo sé, pero ¡a ella parece funcionarle! Eso sí, ella le añade un toque mágico: un pellizco de canela.

¿Qué tiene la sopa de mote?

La sopa de mote lleva: maíz pelado, carne de ternera, mondongo (o callos/panceta), ajo, orégano, sal y cebolla.

Uf, la sopa de mote… ¡Qué recuerdos! La preparaba mi abuela en Ambato, allá por el 2000 y algo, en su cocina con olor a leña. Era un festival de olores, literal.

Recuerdo que ella usaba mondongo, pero a mí me daba cosa la textura, así que le pedía que me sirviera solo el caldito con mote y pedacitos de carne.

  • El mote: ¡Fundamental! Tenía que ser ese mote grandote, bien cocido, que se deshace en la boca.
  • El mondongo: Mi abuela lo lavaba y refregaba mil veces. Yo pensaba que era exagerado, pero ella decía que así se quitaba el “mal olor”.
  • La carne: Usaba un corte de res que creo que se llamaba “pecho”. Le daba un sabor… no sé, como a hogar.
  • El orégano: Fresquito, de su huerta. ¡Qué diferencia con el orégano seco del supermercado!

Una vez me quemé la lengua probando la sopa recién hecha. ¡Qué dolor! Pero valió la pena, la verdad. Mi abuela se reía y me daba un pedazo de pan para que se me pasara. Ahora, cada vez que huelo una sopa parecida, me acuerdo de ella y de su cocina llena de magia. ¡Qué tiempos!

Hoy, mi versión de la sopa de mote es más simple, admito. A veces uso panceta en lugar de mondongo, porque es más fácil de conseguir y menos… “traumática” para mí. Y compro el orégano en el mercado, porque no tengo huerta. Pero trato de mantener la esencia, el sabor que me transporta a la cocina de mi abuela.

¿Cuántas calorías tiene un plato de caldo de mote?

Mmmm, ¿caldo de mote? A ver…calorías, calorías…

  • Una taza de mote, unas 150 kcal. ¡Guau! ¿En serio?
  • ¡¿Y el caldo?! ¿Nadie piensa en el caldo?

Claro, depende, ¿no? ¡De todo lo que le pongas! Mi abuela le echa de todo, ¡hasta pata de vaca! No sé si será verdad, pero es lo que dice.

  • La cantidad de calorías del plato depende de los ingredientes. ¿Obvio? Pues sí, pero a veces se me olvida lo evidente.

Ah! La cantidad de mote también influye. 1 taza es bastante, para qué mentir. Y si encima le metes chorizo, papa, ¡ya ni te cuento! Seguro que se va a las nubes. ¿Por qué pregunto estas cosas? ¿Será que estoy a dieta? ¡No lo creo!

  • Considera las porciones y los extras.

Creo que voy a comer mote. ¿De qué estábamos hablando? Ah, sí, las calorías.

¡Más ideas!

  • ¿El tipo de mote importa? ¿Mote pelado o mote con cáscara?
  • ¿Y si es caldo de pata con mote? ¡Eso ya es otro rollo!
  • ¿Quién inventó el mote? ¡Debería saberlo!

Mejor me pongo a investigar lo del caldo de pata. Eso sí que me interesa. ¡Ahora sí me dio hambre!

¿Qué nos aporta el Caldo de mote?

El caldo de mote, básicamente, fibra a tope. Y el caldo de gallina, pues, un chute de energía total.

Te cuento, el invierno pasado, fuimos a Cuenca, ¿te acuerdas? Esa casa vieja en medio de la nada… El frío calaba los huesos. Por la mañana, la abuela siempre preparaba caldo de mote. No sé, era como un ritual. El olor inundaba toda la casa.

  • El mote, ¡qué cosa más dura antes de cocinarlo! Luego, horas hirviendo…
  • La fibra, que te limpia por dentro, según ella.
  • Y el calorcito que te daba al tragarlo, ufff.

El caldo de gallina era para cuando estábamos hechos polvo. Recuerdo que me sentía fatal, gripe seguro. La abuela me obligó a tomarme un plato enorme. Sentí como si me estuvieran resucitando, en serio. La verdad es que algo de razón debía tener.

No sé si realmente baja el colesterol o protege las mucosas, como dicen, pero a mí me sentaba de maravilla, sobre todo para el frío. Y el de gallina, ni te cuento, ¡un milagro! Ahora que lo pienso, quizás iba más allá de la sopa en sí. Era el cariño de la abuela. Eso seguro que curaba más que cualquier medicina. Que por cierto, me acuerdo que le ponía hierbas raras del jardín… ¡Vaya brebajes!

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