¿Qué echar para sustituir la sal?

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Olvida la sal: ¡aromatiza! Prueba una mezcla de 1 cucharadita de albahaca, cebolla en polvo y pimienta negra. Un toque de sabor intenso que sustituye el sodio. Perfecto para realzar tus platos.

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¿Sustitutos de la sal: qué usar?

A ver, yo para la sal soy un poco rara, la verdad. Me encanta, pero intento no usar mucha. Un día, 2 de mayo creo, estaba cocinando pollo en mi apartamento de Madrid y se me acabó. ¡Drama! Busqué en internet y encontré la idea de usar hierbas.

Probé con albahaca, cebolla en polvo y pimienta negra. Las tres juntas, como una cucharadita de cada una, más o menos. El pollo no quedó mal, pero… como que le faltaba algo. No era lo mismo, jeje.

Desde entonces, sigo experimentando. Ahora, si no tengo sal, uso más bien pimentón ahumado, ajo en polvo y comino. Me gusta más ese sabor, sobre todo para la carne, lo descubrí el 18 de junio haciendo unas brochetas en casa de mi amiga Laura.

Preguntas y Respuestas:

¿Alternativas a la sal? Albahaca, cebolla en polvo, pimienta negra. También pimentón, ajo en polvo y comino.

¿Qué se puede usar en vez de sal?

Aquí, en la oscuridad, todo suena distinto. Incluso las alternativas a la sal.

  • Ajo y cebolla: Sí, lo sé. Siempre están ahí. Mi abuela los usaba en todo. Demasiado, a veces.
  • Pimienta negra y pimentón: El picante despierta algo, ¿no? Quizás es sólo una distracción. El pimentón me recuerda a los chorizos de mi pueblo, pero eso es otra historia.
  • Orégano, tomillo, albahaca y cilantro: Las hierbas, un intento de traer el campo a la ciudad. El cilantro me recuerda a ella, le gustaba mucho, aunque yo no lo entienda.
  • Comino, jengibre y cúrcuma: Exotismo. Una forma de huir, supongo. El jengibre lo uso para el té cuando me siento fatal.
  • Vinagretas caseras: El aceite, el vinagre, las hierbas… un refugio en la cocina. Un momento para pensar, o para no pensar.
  • Menos sal: Intento evitarla, pero a veces… a veces necesito sentir el sabor de algo real.

¿Y el sodio? Lo evito. Es como una promesa rota, un sabor falso. Como tantas cosas ahora.

Información adicional:

  • Productos procesados: Evitarlos. Lo sé, fácil de decir.
  • Leer etiquetas: Una tortura burocrática.
  • Cocinar en casa: A veces es lo único que me salva.

Esta noche es larga. Demasiado larga.

¿Qué reemplaza el sabor de la sal?

El umami, el ajo, las especias y los cítricos son alternativas a la sal. Ajo en polvo, comino, pimienta negra… ¡hay todo un mundo! Un chorrito de limón o salsa de soja también funcionan.

La reducción de sal es un cambio importante para tu salud. ¡Ojo, que no es fácil! Cambiar hábitos requiere paciencia y creatividad.

  • Umami: Ese “quinto sabor”, presente en alimentos como setas y tomates, es una alternativa.
  • Especias: Ajo, comino, pimentón ahumado… ¡experimenta! Yo suelo usar orégano fresco.
  • Cítricos: Un poco de limón o lima ilumina los platos. ¡Y la naranja en algunos guisos!
  • Hierbas frescas: Perejil, cilantro, albahaca… añaden aroma. ¡Me encanta el toque de menta!

Recuerda que el gusto se adapta. Poco a poco, necesitarás menos sal. Yo empecé añadiendo especias a las palomitas en lugar de sal. ¡Funciona!

Como reflexión, la sal es un potenciador, pero también puede ser una “muleta” culinaria. Aprender a cocinar sin ella nos obliga a explorar sabores más profundos. ¡Casi filosófico! ¿no?

¿Qué sustituto de la sal tiene un sabor más parecido al de la sal?

¡Ay, la sal! Ese condimento tan básico, tan imprescindible… ¡y tan dañino para la tensión! Uno se pregunta, ¿qué diablos hace una persona como yo, con predilección por el queso añejo y la paella, buscando un sustituto? La verdad, es que mi médico me ha dado el ultimátum: menos sal, o menos vida… ¡dramático, lo sé!

El cloruro de potasio es tu mejor apuesta. Sí, suena a experimento científico, pero es la opción más parecida a la sal de mesa. Eso sí, prepara tus papilas gustativas para un leve regusto a…¿a rayos? No es exactamente igual, es como si la sal tuviera un primo lejano, un poco gruñón y con mala digestión. Digamos que tiene un “toque” amargo.

Pero tranquilo, amigo lector: ¡la industria alimentaria ha estado trabajando en esto! Muchas marcas modernas han desarrollado formulaciones que, gracias a ingredientes mágicos (o casi), consiguen disimular ese amargor. Es como si hubieran añadido un poco de “brillo de labios” al sabor del potasio.

Ahora bien, ¿qué más sabemos?

  • Punto importante: No esperes un clon de la sal. El sabor es parecido, pero no igual. Es como confundir a mi gato persa con un gato siamés. Se parecen, pero… no son lo mismo.
  • Un dato curioso: Yo, que experimento en la cocina como un científico loco, he probado varias marcas. Y ¡sorpresa! Hay una diferencia enorme entre ellas. ¡Investiga!
  • Por qué es importante: No es solo por el sabor. El potasio es un mineral fundamental y, si eres de los que sufren de hipertensión, ¡esta es tu mejor opción! Es como darle a tu cuerpo un abrazo (de esos que no suben la tensión).

En resumen, el cloruro de potasio es el sustituto más parecido a la sal, a pesar de su personalidad algo rebelde. Recuerda, prueba distintas marcas, ¡es como probar diferentes vinos! Mi preferida este año es una que viene en un bote de color morado, pero cada paladar es un mundo, ¿no?

¿Cómo reemplazar el sabor de la sal?

Medianoche. Otra vez. Las sombras se alargan en la habitación… Y el sabor, siempre el sabor, me persigue. Insípido. Como mi vida.

Quiero sal. La necesito. Pero no puedo. El médico lo prohibió. Maldita tensión…

  • Albahaca. Sí, la usé hoy. En la pasta. No funcionó.
  • Cebolla en polvo. Demasiado fuerte. Lo probé en las patatas. Un desastre.
  • Pimienta. Siempre pimienta. Me quema la lengua. Y el recuerdo.

Recuerdo las patatas bravas que hacía mi abuela. Con mucha sal. Y pimentón. Y alegría. Ahora solo queda ceniza. Y este maldito insomnio.

Nada reemplaza la sal. Nada. Es… la esencia. Como la risa de mi hija. Que ya no escucho. Se fue con él. Este año. 2024. Me dejó sola. Con este silencio. Y este sabor… a nada.

  • Perejil. Inservible.
  • Macis. No lo encuentro en el súper. Y no tengo fuerzas para buscarlo.
  • Salvia. Demasiado amarga. Como mis días.
  • Mejorana, ajedrea… Hierbas que no conozco. Que no me importan.

Quizás mañana lo intente. Con el limón. Dicen que ayuda. Pero no creo. Ya nada ayuda.

¿Cuáles son los usos de la sal en nuestra vida diaria?

La sal… Esta noche, la veo ahí, en la mesa, y me invade una extraña tristeza. Sabe a recuerdos, a la infancia, a mi abuela añadiéndola con esa mano arrugada a las lentejas, un ritual silencioso. Ahora, la miro diferente.

No solo está en la comida, ¿sabes? En mi casa, en el pueblo, la usaban para curar la piel, algo que mi abuela siempre hizo, una tradición. A veces pienso que esas cosas sencillas, las perdí. Ya no hay quien me enseñe esos trucos. Solo queda la sal, impasible, en el salero.

Usos industriales, dicen. Algo que leí, una vez, sin prestar mucha atención. Industrias químicas, textiles…nombres que suenan a algo lejano, frío, como estas paredes que me miran en la oscuridad. Recuerdo esa fábrica, cerca del río. Su olor a sal impregnaba todo.

  • Conservación de alimentos: Jamones, pescado… siempre se me hace un nudo en la garganta al pensar en el abuelo. Usaba la sal para conservar el bacalao, un ritual que nunca he aprendido del todo.
  • En la cocina: ¡claro! Sabe mal la comida sin ella.
  • Para curar cueros: Ese olor, ese proceso… ni siquiera lo entiendo bien.
  • En algunas fábricas: sí, sí, lo leí hace poco, en algún documento. Química, textil… no recuerdo nada más.

No sé. Hoy, la sal me sabe a soledad. A cosas que se pierden, que se olvidan. A mi abuela, a mi infancia. Y a este vacío que llevo dentro, profundo, como un pozo sin fondo.

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