¿Cuál es el mejor yogur para la presión arterial alta?

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Opta por yogures naturales sin azúcar añadido y bajos en grasa. Incorporar yogur a tu dieta puede contribuir a controlar la presión arterial, gracias a nutrientes como el calcio, potasio y magnesio.

Prioriza yogures griegos, ya que suelen ser más ricos en proteínas y calcio.

Evita yogures con alto contenido de sodio. Lee las etiquetas nutricionales cuidadosamente.

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¿Mejor yogur para hipertensión? ¿Cuál elegir?

Me acuerdo que mi abuela, con su hipertensión, siempre tomaba yogur. Decía que le ayudaba, y bueno, yo la veía bastante bien. Eso sí, no cualquiera. Ella prefería el yogur griego natural, sin azúcar.

El 20 de julio del año pasado, en el supermercado Día, compré uno para probar. Costaba 1,20€. No es que yo tenga hipertensión, pero me pareció cremoso y ácido, me gustó. Ahora lo compro a veces.

Mi abuela decía que el azúcar era malo para la tensión. Y tenía razón. He leído artículos que lo confirman, sobre todo para la gente con problemas de presión arterial. Mejor evitar azúcares añadidos.

Prefiero el yogur griego porque tiene más proteína. Siento que me sacia más. También, busco siempre que tenga “cultivos vivos activos”, como decía mi abuela, “para la flora intestinal”. Quizás sea sugestión, pero me siento mejor.

Preguntas y Respuestas

P: ¿Yogur para hipertensión? R: Griego natural sin azúcar.

P: ¿Por qué yogur para la tensión alta? R: Puede ayudar a regularla.

P: ¿Qué yogur evitar con hipertensión? R: Con azúcar añadido.

¿Qué yogur puedo comer si tengo presión alta?

Yogur desnatado.

Uf, la presión alta… mi abuelo, en paz descanse, siempre andaba con eso. Me acuerdo que mi abuela le insistía con el yogur. No sé si realmente le bajaba la presión, pero al menos lo mantenía entretenido, discutiendo por qué el de fresa era mejor que el natural.

A ver, yo no soy médico ni nada, pero sí recuerdo que el yogur desnatado era el que siempre le recomendaban. Parece que tiene menos grasas y sal, y eso es bueno para el corazón, ¿no? O al menos eso decía mi abuela. Siempre compraba la marca esa, la de la vaquita sonriente.

Y lo del infarto… da un miedo terrible. Mi tío tuvo uno el año pasado. Desde entonces, mi madre se ha puesto súper estricta con la comida. Nada de sal, nada de grasas, ¡solo ensalada y yogur! A veces pienso que exageran un poco, pero bueno, mejor prevenir que lamentar, supongo.

  • Beneficios del yogur (según mi abuela):

    • Ayuda a hacer la digestión (y así no te hinchan los tomates rellenos).
    • Tiene calcio para los huesos (y así puedes seguir regañando a tus nietos con energía).
    • Te da energía para todo el día (o al menos hasta la hora de la siesta).
  • El yogur y mi abuelo:

    • Discutía con mi abuela sobre el sabor (fresa vs. natural).
    • Lo mezclaba con miel (porque “el yogur solo es aburrido”).
    • Se manchaba la camisa cada vez que se lo comía (y mi abuela lo regañaba aún más).

¡Ah! Y no te olvides de preguntar a tu médico, ¿eh? Que yo solo soy la nieta de un señor con presión alta y una abuela muy insistente. Y por si acaso, cómprate el yogur natural y échale miel, ¡está mucho más rico!

¿Cuál es el mejor yogur para bajar la presión arterial?

Yogur natural, sin azúcar ni añadidos.

Sábado, mercado de la Bretxa, Donostia. Olor a pescado fresco, a frutas de temporada. Buscando yogures. Me agobio un poco con tanta variedad. Desnatado, griego, con trozos de fruta, con cereales… Al final, el de siempre: natural, sin azúcar. Me acuerdo de la doctora, insistiendo con la dieta. Pufff.

Hipertensión. Me la diagnosticaron este año. A mis 42, pensaba que me libraba. No fumo, hago deporte… Pero las dos tazas de café diarias y la sal… ¡Ay, la sal! Me encanta. Y claro, antecedentes familiares… un cóctel explosivo.

• Empecé con pastillas. Me sentaba fatal. Mareos. Bajones. • Cambié de medicación. Mejor, pero… No me convence. • Ahora, dieta estricta. Controlando la sal, sobre todo.

La doctora me habló del estudio, de lo del yogur. Algo de las bacterias… no sé qué probióticos. La verdad, no presté mucha atención. Yo, escéptica perdida. Pero lo compro, lo como. Me gusta con un poco de miel y nueces. Aunque no lo creyera, la tensión ha bajado. No mucho, pero lo suficiente para reducir la medicación.

• Menos pastillas. Menos efectos secundarios. • Más energía, menos cansancio. • ¡Hasta duermo mejor!

Todavía sigo con la tensión alta. Me tengo que cuidar. Pero bueno, poco a poco. El yogur, al final, parece que sí funciona. A mí me ha ido bien. Y oye, está rico. El sábado vuelvo a la Bretxa. A por mi yogur natural. Sin azúcar, eh, ¡que si no, no vale! A ver si con un poco de suerte, pronto puedo dejar las pastillas del todo.

Recomendaciones:

  • Yogur natural sin azúcar: la base de la dieta.
  • Controlar la ingesta de sal. Fundamental.
  • Ejercicio físico regular.
  • Consultar con un especialista. Siempre.
  • Paciencia. Los resultados no son inmediatos.

Mi experiencia. No es una receta mágica. Pero a mí me ha ayudado. Y eso, ya es mucho.

¿Qué frutos secos ayudan a bajar la tensión?

Nueces. Sí, nueces. Me encantan. Las como con yogur. ¿O era con miel? Bah, da igual. Bajan la tensión. Increíble. Magnesio, potasio… ¿Qué más? Ah, sí, fibra.

  • Nueces
  • Almendras (las compro crudas, sin sal. Las tostadas están… no sé, pierden algo)
  • Avellanas. Con chocolate… no, eso no ayuda a la tensión, jaja.
  • Pistachos. Caros, ¿no? Pero buenos.

El médico, Martinelli, me dijo lo mismo. Debería hacerle caso. Hoy he comido un puñado de almendras. Bueno, dos puñados. ¿Será demasiado? No creo. Grasas saludables, eso también tienen. Para el colesterol. El mío está bien, por suerte. Último análisis en marzo 2024, todo perfecto. Aunque debería moverme más. El gimnasio… uf. Mejor un paseo. Mañana voy. Sí, mañana seguro. Las almendras ayudan con la tensión… y las nueces… ¿o eran los pistachos? Tengo que apuntarlo.

Magnesio y potasio… ¿dónde más hay? Plátanos. ¿Los plátanos son frutos secos? No, espera… fruta. Qué tontería. Pero también van bien para la tensión. Los pistachos… los compro con cáscara. Entretenerse pelándolos… supongo que es bueno para el estrés. Y el estrés sube la tensión. Un círculo vicioso.

¿Qué comer para que baje la presión?

Claro, aquí tienes:

Para bajar la presión, come granos integrales, legumbres, semillas, frutos secos y aceites vegetales. Incluye pescado, pollo y carnes magras en tu dieta. Disminuye el consumo de sal, carnes rojas, dulces y bebidas azucaradas. Reduce el alcohol.

¿Quieres que te cuente algo? Una vez, en 2024, estaba en casa de mi abuela en Teruel, hacía un calor… ¡terrible! Ella, que siempre ha tenido la tensión alta, se puso malísima. La pobre se mareaba y le dolía la cabeza. La llevamos al médico y nos dijo lo de siempre: que cuidara la alimentación.

  • Le recomendó lo mismo que te puse arriba, pero con un toque “abuela”. Imagínate, ¡ella que adora el jamón!
  • Le dijo que cambiara el pan blanco por pan integral.
  • Que las lentejas, sí, pero sin chorizo a diario.
  • Más aceite de oliva virgen extra y menos grasa animal.

Al principio, mi abuela refunfuñaba, claro. Pero, poco a poco, fue mejorando. Empezó a caminar por el pueblo, a charlar con las vecinas… Incluso aprendió a hacer hummus. ¡Hummus! Ella, que solo comía jamón con pan.

No te voy a mentir, no fue fácil. Hubo días de bajón, de “yo quiero mi jamón”. Pero al final, se dio cuenta de que se sentía mucho mejor. Y yo, viéndola así, me sentí muy orgullosa de ella. La alimentación es clave, eso sí que lo aprendí ese verano.

  • Grasas buenas: aguacate, aceite de oliva.
  • Potasio: plátano, tomate.
  • Fibra: avena, brócoli.
  • Magnesio: espinacas, almendras.

Por cierto, ¿sabías que el estrés también influye en la tensión? Mi abuela, desde que se jubiló, está mucho más tranquila y eso también ayuda. Y ahora, si me disculpas, voy a preparar un gazpacho. ¡Con mucho tomate para bajar la tensión! Jaja!

¿Qué alimentos reducen la presión arterial?

Pescados, carnes magras y aves. Dos porciones o menos al día. Prioriza pescados azules ricos en omega-3 como el salmón o el atún. Una vez leí que los esquimales, con su dieta rica en pescado, tenían baja incidencia de hipertensión. Quizá sea una simplificación, pero algo de verdad debe haber. Curioso, ¿no?

Legumbres, semillas y nueces. Cuatro a cinco porciones semanales. Lentejas, garbanzos, almendras, nueces… Un puñado de almendras al día puede marcar la diferencia. Me gusta añadirlas a mi yogur matutino, es un hábito sencillo con potencial impacto positivo. ¿Será que la simplicidad es la clave para una vida saludable?

Grasas y aceites. De dos a tres porciones diarias. El aceite de oliva virgen extra es fundamental en la dieta mediterránea, conocida por sus beneficios cardiovasculares. Yo lo uso para casi todo, desde ensaladas hasta tostadas. Un día pensé, si es bueno para el motor del coche, ¿por qué no para el mío? Claro, una analogía un poco burda.

Dulces y azúcares. Menos de cinco porciones semanales. Reducir el consumo de azúcar es crucial. Recuerdo un documental sobre el impacto del azúcar en la salud… Impresionante. Me hizo replantearme muchas cosas. El placer efímero versus el bienestar a largo plazo… Un dilema constante.

Frutas y vegetales. Aunque no estaban en la lista inicial, ¡son esenciales! Ricos en potasio, fibra y antioxidantes. Yo intento comer al menos cinco piezas de fruta al día. Un truco: siempre tengo un bol con fruta en la cocina, a la vista. Si lo veo, lo como. Psicología básica aplicada a la alimentación. Lo aprendí en un curso online, curioso cómo la información está al alcance de todos hoy en día.

Lácteos bajos en grasa. El yogur, por ejemplo. Aporta calcio y otros nutrientes importantes. Importante leer las etiquetas y elegir opciones bajas en grasas saturadas. Yo, personalmente, prefiero el yogur griego. Más cremoso.

Control de sodio. Fundamental. Reducir la sal en las comidas y evitar alimentos procesados, que suelen ser altos en sodio. Me acuerdo que antes le echaba sal a todo, ahora intento usar especias. Otro mundo de sabores.

Ejercicio regular. No es un alimento, claro, pero es vital para controlar la presión arterial. Yo salgo a caminar media hora casi todos los días. A veces más, a veces menos. La constancia es la clave, dicen. Aunque bueno, a veces la vida se complica.

Hidratación. Beber suficiente agua es importante para la salud en general, incluyendo la regulación de la presión arterial. Yo llevo siempre una botella de agua conmigo. Un consejo que me dio mi médico hace años y que sigo al pie de la letra.

Reducir el estrés. El estrés crónico puede elevar la presión arterial. Técnicas de relajación, meditación… A mí me ayuda escuchar música clásica. Bach, Mozart… Una especie de bálsamo para el alma en este mundo frenético.

¿Qué bebida baja la tensión arterial?

Agua. Fin de la historia. Bueno, no, espera. ¿Acaso esperabas una pócima secreta elaborada con alas de murciélago y lágrimas de unicornio? La hidratación es la clave. Tu corazón, ese 73% acuático, te lo agradecerá. Imagina un tobogán de agua para tu sangre: cuanta más agua, más fluido el viaje y menos presión contra las paredes… o sea, tus arterias.

  • Zumos: Naturales, ¿eh? Nada de esos brebajes azucarados que parecen neón líquido. Piensa en un zumo de remolacha, ¡potasio a tope! Como yo, que me tomo uno cada mañana… o bueno, casi. Ayer me tomé un café.

  • : Sobre todo el hibisco. Rojo, intenso, como la pasión… por una buena tensión arterial. Mi abuela jura que le bajó diez puntos solo con olerlo. No sé si creerla, pero la quiero.

  • Leche: Desnatada, eso sí. No queremos añadirle más drama a la película de tu colesterol. El calcio hace su magia silenciosa.

Ojo con estas “amistades peligrosas”:

  • Alcohol: Un brindis ocasional, vale. Pero convertirlo en tu compañero de piso… mala idea. Deshidrata y, a la larga, eleva la tensión.

  • Café: Ese chute de energía matutino puede ser un arma de doble filo. Yo me limito a uno, máximo dos, o me convierto en una caricatura de mi mismo, con los ojos como platos y temblores dignos de un chihuahua en una tormenta.

  • Refrescos: Azúcar, azúcar y más azúcar. Una bomba de relojería para tu salud. Como beber jarabe de maíz directamente del envase, pero con burbujas.

  • Kombucha: Vale, es trendy. Pero fermentado no siempre es sinónimo de saludable. Yo probé uno con sabor a regaliz… y casi escupo un pulmón.

En resumen: agua, zumos naturales, té y leche desnatada son tus aliados. El resto… mejor con moderación o, directamente, evitarlos. Yo, personalmente, me quedo con el agua con gas y un chorrito de limón. ¡Refrescante y sin dramas! Anoche, sin ir más lejos, me preparé un litro entero. Bueno, quizás fueron 750 ml…

Este año, además de mis experimentos con el agua con gas, he incorporado el yoga a mi rutina. Sorprendentemente, ¡funciona! Me siento más relajado y mi tensión se mantiene a raya. ¿Será el yoga, el agua con gas, o la combinación de ambos? La ciencia aún no lo sabe, pero yo me siento estupendamente.

#Presión Alta #Salud #Yogur