¿Cuáles son los principios básicos de la alimentación?

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¡Ay, la alimentación! Para mí, más que una lista de principios, es un acto de amor propio. Debe ser suficiente, sí, ¡nadie quiere andar con hambre! Pero también variada, porque aburrirse de la comida es terrible. Completa, equilibrada, ¡un baile perfecto de nutrientes! Adecuada a mi cuerpo, a mi estilo de vida... y sobre todo, ¡inocua! Comer sin miedo a que algo me haga daño. Es mi forma de consentirme y nutrir mi alma.

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¿Cuáles son los principios básicos de la alimentación? Pues… ¿qué te digo? Para mí, más que “principios básicos”, suena a manual de instrucciones, ¿no? Y comer no debería ser así, tan rígido. Yo lo veo más como… ¿cómo mimarme? Sí, ¡mimo! Tiene que llenarme, claro, ¡quién quiere andar con el estómago rugiendo como un león! Recuerdo una vez, en la universidad, que me salté el almuerzo estudiando para un examen… ¡fatal! Me dolía la cabeza, no me podía concentrar… Vamos, un desastre. Aprendí la lección: suficiente comida, ¡es fundamental!

Pero no solo cantidad, ¿verdad? También variedad. Me aburro rapidísimo si como siempre lo mismo. ¡Qué horror eso de la monotonía en el plato! Un día ensalada, otro día lentejas, otro día… ¡hasta me atrevo con recetas nuevas! Aunque a veces salgan… digamos, “interesantes”. Como aquella vez que intenté hacer sushi… ¡terminé pidiendo pizza! Pero bueno, la intención es lo que cuenta. El punto es darle al cuerpo de todo, un poquito de aquí, un poquito de allá. Como un arcoíris en el plato, ¿no te parece? Que tenga de todo, que esté equilibrado.

Y claro, tiene que ser comida que me haga bien, que me siente bien. No es lo mismo si corro maratones que si trabajo sentada todo el día. ¿O sí? No, no lo creo. Cada cuerpo es un mundo, y hay que escucharlo. A mí, por ejemplo, el café me pone a mil, ¡pero a mi hermana le da sueño! Cosas de la vida. Lo importante es encontrar lo que le funciona a uno, lo que te da energía, lo que te hace sentir… ¡viva!

Y por supuesto, ¡que sea segura! Comer con miedo a una intoxicación no es nada agradable. Una vez me intoxiqué con unos mariscos… ¡no te cuento! Tres días en cama. Horrible. Desde entonces, mucho ojo con dónde como.

En resumen, para mí, la alimentación es un acto de amor propio, de cuidarme, de darme lo mejor. No se trata de seguir reglas al pie de la letra, sino de encontrar un equilibrio, de disfrutar la comida, de… ¿cómo decirlo? De alimentar el cuerpo y el alma.