¿Qué es el alimento de origen mineral?

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Los alimentos de origen mineral, como el agua y la sal, no aportan energía ni construyen tejidos, pero son esenciales para el correcto funcionamiento del organismo. Su función principal es protectora, regulando procesos biológicos.
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El silencioso ejército: Los alimentos de origen mineral y su papel vital

A menudo, cuando hablamos de alimentación, nos centramos en los macronutrientes (carbohidratos, proteínas y grasas) y los micronutrientes (vitaminas). Olvidamos, sin embargo, un grupo esencial que, aunque no aporta calorías ni construye directamente tejidos, es fundamental para la vida: los alimentos de origen mineral. Estos, a diferencia de los anteriores, son compuestos inorgánicos, y su función radica en la regulación y protección del organismo, participando en una compleja orquesta de procesos biológicos.

Contrariamente a la creencia popular que los reduce a simples “suplementos”, los alimentos de origen mineral son mucho más que eso. Son elementos esenciales, presentes en diversas formas y cantidades en nuestra dieta, que actúan como catalizadores, reguladores y componentes estructurales en multitud de reacciones metabólicas. Su ausencia o deficiencia puede provocar graves alteraciones en la salud, demostrando su papel crucial, aunque silencioso, en nuestro bienestar.

El agua, por ejemplo, el alimento mineral por excelencia, no aporta calorías, pero es el componente mayoritario de nuestro cuerpo, actuando como solvente, transportador de nutrientes, regulador térmico y participante en innumerables reacciones químicas. Sin ella, la vida simplemente no sería posible.

La sal, o cloruro de sodio, otro ejemplo destacado, aunque a menudo demonizada en dietas restrictivas, es esencial para mantener el equilibrio hídrico, la presión arterial y la transmisión de impulsos nerviosos. Su importancia radica en la precisa regulación de la concentración de electrolitos en el organismo. La deficiencia de sodio, por ejemplo, puede provocar hiponatremia, una condición potencialmente mortal.

Más allá del agua y la sal, otros minerales como el calcio (fundamental para la salud ósea y la contracción muscular), el hierro (componente crucial de la hemoglobina, responsable del transporte de oxígeno), el potasio (regulador del ritmo cardíaco) y el magnesio (implicado en cientos de reacciones enzimáticas), se encuentran en una variedad de alimentos, y su aporte adecuado es fundamental para una salud óptima.

Es importante destacar que la absorción y utilización de los minerales depende de diversos factores, incluyendo la biodisponibilidad del mineral en el alimento, la presencia de otros nutrientes que puedan interferir o favorecer su absorción, y el estado de salud individual. Una dieta equilibrada y variada, que incluya una amplia gama de alimentos ricos en diferentes minerales, es la mejor estrategia para asegurar un aporte adecuado y evitar deficiencias.

En conclusión, los alimentos de origen mineral, aunque no se les suele prestar la misma atención que a las proteínas o los carbohidratos, son piezas clave en el complejo rompecabezas de la salud. Su función, esencialmente reguladora y protectora, es indispensable para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, y su papel merece un reconocimiento y una consideración mayores en la planificación de una dieta saludable y equilibrada.