¿Qué es mejor para ir al baño, la fibra soluble o insoluble?

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Para el estreñimiento ocasional, la fibra insoluble acelera el tránsito intestinal. En cambio, si se padece de SII, la fibra soluble regula el tránsito y mejora la microbiota intestinal. La mejor opción depende de la condición individual.

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¿Fibra soluble o insoluble? ¡Ay, qué dilema! A ver, os cuento mi experiencia… Recuerdo una época, hace unos años, en la que estaba fatal del estómago. Estreñimiento constante, un horror. Me sentía hinchada, incómoda, como si llevara una piedra en el vientre. El médico me recomendó fibra insoluble, ¿sabes? Y sí, ¡funciona! Al principio fue un poco… brusco, digamos. Pero sí, aceleró todo el proceso, que era lo que necesitaba. Como un camión de bomberos que llega a apagar un incendio, ¿me entiendes? Rapidito y eficaz.

Pero claro, no todo es blanco o negro. Es decir, a mi prima, que tiene síndrome de intestino irritable –SII, lo llaman–, la fibra insoluble le sienta fatal. Le provoca aún más problemas, un auténtico caos en su sistema digestivo. A ella, en cambio, le va genial la fibra soluble. Dicen que regula todo, que ayuda a la microbiota intestinal… No sé mucho de microbiotas, la verdad, suena a algo súper científico y complejo, pero bueno, lo que sí sé es que a mi prima le cambió la vida. De verdad, pasó de sufrir dolores terribles a tener una digestión mucho más tranquila.

Así que… ¿qué es mejor? Pues… depende. Depende de tu cuerpo, de tus necesidades, de lo que tu estómago te pida a gritos. No hay una respuesta mágica, ¿verdad? Como dicen los médicos –y vaya que lo he aprendido a base de experiencias–, “la mejor opción depende de la condición individual”. Es que es así, ¡qué le vamos a hacer! Cada uno somos un mundo, un universo entero en miniatura. Lo importante es escucharse, prestar atención a las señales que nos manda el cuerpo y, por supuesto, consultar con un profesional. Porque a veces, uno se automedica y… ¡zas! Peor el remedio que la enfermedad.