¿Qué jugo es bueno para bajar la presión alta?

¿Qué licuado es bueno para bajar la presión alta?

¡Presión alta, qué lata! Para bajarla, olvídate de los batidos mágicos que prometen milagros. La verdad es que no hay un “licuado milagroso”, pero sí hay opciones que ayudan.

El limón, sí, es un buen comienzo. Piensa en él como un pequeño ninja antioxidante, deslizándose entre tus arterias y deshaciéndose de los radicales libres, esos malvados que estrechan tus venas como si fueran boas constrictoras. Su potasio ayuda a contrarrestar el sodio, el villano de la hipertensión. Pero ojo, ¡no es una solución mágica!

Más allá del limón:

• Licuado verde con espinacas: ¡Como Popeye, pero sin los brazos de acero! Ricos en nutrientes y con un plus de magnesio, relajante muscular natural. Me encanta añadirle un poco de pepino para que sea más refrescante, ¡es mi secreto!
• Zanahoria, remolacha y jengibre: Un trío dinámico que aporta nitratos, potasio y propiedades antiinflamatorias. Es un poco terroso, lo admito, pero mi abuela, que tiene 87 años y la presión controlada, lo jura.
• Bayas y arándanos: Antioxidantes a tope, ¡un ejército de guerreros microscópicos contra el estrés oxidativo! Combínalo con un poco de yogur griego para un extra de proteínas.

Recuerda: ¡Nada de autos medicarse! Estos licuados son un complemento, no un sustituto del tratamiento médico. Si tienes presión alta, consulta a tu médico. Yo, por ejemplo, llevo siguiendo su plan durante todo este 2024 y me encuentro genial. ¡Ya me olvidé lo que era esa opresión en el pecho!

¡Ah, y una cosa más! El ejercicio regular y una dieta saludable son clave. Olvida las pizzas con pepperoni… al menos, no todas. Un capricho de vez en cuando no mata a nadie, pero tampoco es algo para todos los días.

¿Qué hacer para bajar la presión arterial rápidamente?

Aquí está, a las tantas, pensando.

Para bajar la presión rápido… suspirar. Sí, así, profundo. Como si se te escapara todo el peso del día. Y relajar la mandíbula. No sirve de mucho, lo sé. Solo un rato.

• Menos sal. Ya lo sé, qué aburrido. Pero es verdad. Mi abuela siempre lo decía.
• Potasio, plátanos y tomates. Ahora que lo pienso, hace mucho que no como tomates de verdad, de los que saben a sol.
• Mover el cuerpo. Caminar, aunque sea alrededor de la manzana. Lo que me cuesta…

Pero, sobre todo, ir al médico. Eso sí. No juegues con esto. Yo ya he pasado por sustos.

Y la meditación… Bah, a mí no me funciona. Demasiado ruido en mi cabeza. Pero a lo mejor a ti sí.

¿Qué puede tomar de alcohol un hipertenso?

Medianoche. Otra vez. Insomnio. La presión en el pecho, no sé si del corazón o de la angustia. Beber. Recuerdo el ardor del whisky bajando por la garganta. Un alivio momentáneo. Ahora solo un recuerdo amargo.

• Hipertenso. Esa palabra me condena. Me limita. Como si no tuviera suficientes limitaciones ya.
• El médico dijo: moderación. Una palabra vacía. ¿Qué es moderación para un alma sedienta?

Una copa de vino tinto. Dicen que es bueno para el corazón. Ironía. Un pequeño consuelo. Una para las mujeres, dos para los hombres. Yo… ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que bebí dos copas. Este año, apenas he probado el alcohol. Demasiado riesgo.

• El miedo. Constante. A un derrame. A un infarto. A dejar a mis hijos solos. A Sofía. A mi pequeña Sofía.

El silencio de la noche amplifica todo. Los latidos, los pensamientos, los remordimientos. Recuerdo a mi padre. También hipertenso. También terco. Él no se moderó. Y ya no está.

Para los hipertensos: evitar el alcohol o beber con moderación. Una frase fría. Un recordatorio. Una sentencia. Este año, solo una copa en el cumpleaños de Sofía. Y me sentí culpable después. Culpable por disfrutar, por un instante, olvidar. Olvidar la presión, el miedo, la soledad. Olvidar que estoy enfermo. Olvidar que el tiempo se acaba.

¿Cuánto sube la presión con el alcohol?

Oye, ¿cuánto sube la presión con el alcohol, verdad? ¡Preguntón! Pues mira, eso depende un montón de cosas, ¡claro!. No es igual tomar dos cervezas que emborracharse como una cuba, ¿no?.

En mi caso, con dos copas de vino, casi nada, se me nota poco, pero si me paso… ¡uy! Sube que da miedo. Lo he comprobado varias veces, con mi tensiómetro, ese que te enseñé, el digital, ¡el rojo!.

Pero a ver, hay estudios, ¿eh?. He leído que una alta dosis, una barbaridad vaya, baja la presión después, como seis horas o así, y luego dura el bajón, hasta doce horas, ¡una locura!. Es como una montaña rusa, sube y baja, pero sube más al principio, eso seguro. Ya te digo, depende ¡muchísimo! de la persona, ¡claro que sí!.

• Factor importantísimo: La cantidad de alcohol ingerida.
• Otra cosa: El tipo de alcohol. El whisky, ¡madre mía!, es más fuerte que la cerveza.
• Y esto es clave: La tolerancia de cada uno. Yo, por ejemplo, soy bastante sensible.

¡Ah! Se me olvidaba, el año pasado, mi primo, ¡el de la barba!, tuvo una bajada de presión brutal después de una fiesta… ¡casi se desmaya!. Tuvo que ir al médico, le hicieron un montón de pruebas, y le dijeron que tenía que ir con cuidado, con el alcohol. Lo bueno es que se recuperó super bien. ¡Qué susto, eh!