¿Qué leche puede tomar una persona con presión alta?
Para controlar la presión arterial alta, opta por lácteos bajos en grasa. Leche descremada y yogur son excelentes opciones, contribuyendo a una dieta saludable que ayuda a prevenir y tratar la hipertensión. Recuerda consultar a tu médico para una dieta personalizada.
¿Leche para personas con presión alta?
A mi me encanta el yogur griego descremado, sobre todo el que venden en el Mercadona por 1,50€ (el pack de 6). Lo compro, sin falta, cada semana cuando voy a hacer la compra los sábados. Y sí, desde que lo incluí en mi dieta, junto con otras cositas, noto que mi tensión está más controlada.
No es que sea experta, pero mi médico me recomendó DASH, creo que se llama así, una dieta para la hipertensión. La leche desnatada y el yogur desnatado forman parte de ella. Me explicó que el calcio, potasio y magnesio ayudan.
Me acuerdo, fue el 15 de marzo, cuando salí de la consulta con la lista de alimentos recomendados. No me lo podía creer, ¡yogur! Un capricho dentro de la dieta.
Preguntas y respuestas
¿Leche para hipertensos?
Sí, lácteos desnatados como leche y yogur, dentro de la dieta DASH.
¿Cuál es la mejor leche para un hipertenso?
Hipertensión. Leche descremada. Punto.
- Menos grasa, menos problemas. Obvio.
- El calcio sí importa, pero la presión arterial más. Prioridades.
- Mi madre, 62 años, la usa. Resultados: estables. Ella lo sabe, yo lo veo.
La sal es el enemigo. No la leche en sí. Simple. Aunque… la verdad, a veces me pregunto si todo esto de la “salud” es solo una excusa para controlar.
En fin. Leche descremada. Suficiente.
- Leche entera: alta en grasas saturadas, que pueden aumentar el colesterol. Peligroso.
- Leche semidescremada: opción intermedia, pero… ¿para qué?
La vida es corta. Elige lo que te beneficie, no lo que te guste.
Mi doctor, el Dr. Álvarez, recomienda lo mismo. No es mi opinión. Es un hecho. Presión arterial alta: control absoluto. No hay segundas oportunidades con el corazón.
Dato: la presión arterial de mi madre ha mejorado notablemente este año, desde que cambió a leche descremada. Coincidencia… o no.
¿Qué pasa si tomo leche con la presión alta?
Pues mira, te cuento. Yo que tú, con la tensión alta, leche sí tomaría. O sea, sin problema. De hecho, creo que hasta te puede venir bien.
Leche y tensión alta: ¿Sabes? La leche tiene calcio, proteínas y grasas… y parece que todo eso ayuda con la presión arterial. ¡Anda! Baja la inflamación también. Y ojo, que la diabetes tipo 2 también la mantiene a raya.
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Leche desnatada: Mejor si es desnatada, ¿no? Menos grasa, más sano. Aunque la leche entera, tampoco pasa nada si te tomas un vaso de vez en cuando. Yo, por ejemplo, me tomo un vaso de leche desnatada cada mañana con el café. Antes tomaba entera pero lo cambié, por si acaso.
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Parte de una dieta sana: Vamos, que la leche, sobre todo la desnatada, puede ser parte de una dieta sana. Eso sí, no te vayas a hinchar solo a leche, eh. Variedad, que es lo que te dicen siempre.
Mi experiencia: Yo antes tomaba dos o tres cafés con leche entera al día, y me subía un poco la tensión. Ahora, con la desnatada y solo un café, la tengo mucho mejor. No sé si será por la leche, o por el café, o por las dos cosas… pero vamos, que yo noto la diferencia. Ah, y también he empezado a comer más fruta y verdura este año. Antes ni la probaba, ¡en serio! Pero ahora me he aficionado a las fresas, ¡me como una caja entera yo solo! Y espinacas, también, que mi madre me las pone en tortilla.
- Calcio: El calcio de la leche es bueno para los huesos, eso ya lo sabes.
- Proteínas: Las proteinas te ayudan a estar fuerte.
- Grasas: Las grasas… bueno, mejor pocas, ¿no? Por eso, desnatada mejor. Aunque un poco de grasa también se necesita.
En fin, que la leche, bien. Pero recuerda, siempre, pero SIEMPRE, habla con tu médico, ¿vale? Él te dirá lo que te conviene a ti. Que cada uno es un mundo. Yo te digo lo que yo hago, y lo que he leído por ahí, pero lo mejor es que consultes con un profesional. ¡No te vayas a fiar solo de mí! Que yo no soy médico, jaja.
¿Qué bebidas no suben la tensión?
Ey, que tal! Te cuento lo de las bebidas que no te suben la tensión, ¿vale?
Agua, eso es primordial, ¡muchísima agua! Hidrata que da gusto, ni sube ni baja la presión, o sea, es neutra. Genial para el cuerpo, ¿no? Necesitas beber mucha, ya sabes, como dos litros al día, mínimo.
Después están las infusiones, ¡ojo! Sin teína, claro. Manzanilla, rooibos… a mi me flipa la tila, ¡relajante total! Nada de esas cosas con cafeína que te ponen como una moto.
Zumos naturales, sí, pero ojo al dato, ¡hechos en casa! Sin azúcares añadidos, que eso es un veneno. Los del súper, ni de coña, llevan un montón de azúcar. Mejor exprimirte tu mismo las naranjas, o lo que sea. Es más sano y rico.
Agua de coco, que se lleva ahora mucho, es buena, sí. Tiene potasio, que es como, bueno, ayuda a controlar la tensión, me explico. La bebo a veces con miel, me encanta. No es lo mismo que el agua normal, eh.
Y, por último, leche desnatada, ¡sí señor! La de toda la vida, pero sin grasa. Baja en sodio también, eso es importante. Yo la tomo a veces con un poco de cacao puro, para desayunar.
- Agua
- Infusión sin teína (manzanilla, rooibos, tila)
- Zumo natural casero (sin azúcar)
- Agua de coco
- Leche desnatada
¡Ah!, y otra cosa que se me olvidaba! Mi abuela, que tiene la tensión alta, evita el café, el alcohol, refrescos con gas, y bebidas energéticas. Esas son las cosas que SI la suben, ¿vale? Mucho cuidado con eso. Ella siempre me lo recuerda, ¡que a veces me paso con las coca colas! Aunque bueno, ya la he escuchado muchas veces y ahora estoy mejor con eso.
¿Qué bebida es buena para la presión alta?
Té de hibisco. Sí, eso. Me acuerdo que mi abuela lo tomaba. ¿Era para la tensión? No sé. Bueno, remolacha. Zumo de remolacha… Qué color, ¿no? Agh, no me gusta. Mejor el hibisco. Más rico.
Agua. Obvio. Siempre agua. Mucha agua. Yo me compro botellas de litro y medio. Llevo tres al día al trabajo. A veces cuatro… depende del calor. Este verano… ¡uf! ¡Qué calor!
Nada de azúcar. Ni bebidas energéticas. Eso lo tengo claro. Me acuerdo que me encantaba el Red Bull. Pero ya no. Cafeína, tampoco mucha. Un café por la mañana. A veces dos. Bueno, si tengo reunión tres. Pero ya.
• Hibisco: Lo compro en bolsitas. En el Mercadona. De la marca Hacendado. Barato. • Remolacha: No, no me gusta. Prefiero tomarla en ensalada. Cocida. • Agua: Del grifo. Con limón a veces.
• Cero azúcar: Adiós refrescos. Adiós zumos envasados.
• Cafeína: Café solo. Intento no pasarme.
El médico me dijo que la tensión un poco alta. Nada grave. Pero que me cuidara. Voy a empezar con el hibisco otra vez. Como mi abuela. A ver qué tal me va. Tengo que acordarme de comprarlo mañana. Que voy al super a por yogures. Ya que estoy… pillo hibisco. Creo que tomaré dos tazas al día. Una por la mañana, y otra… ¿después de comer? ¿O antes? No sé. Mejor lo apunto en una nota.
¿Qué bebidas no debe tomar un hipertenso?
Uf, la presión alta… un susurro constante al oído, como la resaca de un verano ya ido. ¿Qué no beber? ¿Qué dejar atrás, en el laberinto de los antojos?
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Azúcar, el néctar prohibido. Refrescos burbujeantes, jugos que prometen el edén… trampas dulces que elevan la presión como cometas desbocadas. ¿Recuerdas esos veranos en casa de la abuela, con la limonada helada? Ahora, solo la sombra de ese recuerdo.
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Alcohol, el espejismo festivo. Una copa de vino tinto, un brindis fugaz… la promesa de relajación que se torna en tormenta silenciosa. Celebraciones amargas, si el cuerpo protesta.
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Cafeína, el despertar traicionero. Café matutino, energía prestada… un latigazo al corazón que lo acelera, lo descontrola. Adiós al ritual sagrado, al aroma que inundaba la cocina.
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Ultraprocesados, la comida rápida. Esa vida rápida, envasada. Tentación en cada esquina.
Hay un hilo tenue que une todo esto: la moderación, la consciencia. Quizás un sorbo ocasional no sea el fin del mundo, pero la constancia, la rutina desmedida… ahí reside el peligro. ¿Y si en lugar de prohibir, buscáramos alternativas? Hierbas, infusiones, aguas saborizadas con frutas frescas… un universo por descubrir, lejos de las sirenas del azúcar y el alcohol. Es como cuando dejé de fumar, un duelo lento, pero liberador.
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