¿Qué es la maldición de la novena sinfonía?

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¡Qué cosa más curiosa la maldición de la novena! Me da escalofríos pensar que Beethoven, tras su monumental obra, marcara un supuesto destino trágico para otros compositores. Es una idea romántica, casi mística, que le añade un aura de misterio a la creación musical. ¿Será una simple coincidencia o hay algo más? ¡Me intriga muchísimo! Aunque, siendo racional, probablemente sea una superstición sin fundamento.

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¿La maldición de la Novena? ¡Ay, qué misterio! Me pone la piel de gallina solo de pensarlo. Beethoven, ese genio, ¿acaso marcó un destino funesto para quien se atreviera a componer una novena sinfonía después de él? Suena a leyenda, ¿no? Una de esas historias que te cuentan al caer la noche, junto al fuego, y te dejan con un escalofrío que recorre la espalda. Casi como un secreto que susurra el viento.

Recuerdo cuando mi abuelo, un hombre que amaba la música por encima de todo, me contaba la historia. Hablaba de Schubert, de Bruckner… ¡tantos! Y cómo, según la “maldición”, sus vidas se truncaron de manera trágica después de su respectiva novena. ¿Casualidad? ¿O hay algo más profundo, algo que no entendemos? A veces me pregunto si ese “algo más” no es simplemente la presión, la búsqueda incesante de superar lo insuperable. La sombra de Beethoven, ¡qué peso!

Claro, ahora, con mi cabeza de adulta, sé que es… bueno, probablemente una superstición. Sé que hay muchas explicaciones racionales. Leí un estudio, creo que en una revista de música clásica – ¡ah, sí, la “Melódica”! – que decía que, estadísticamente, no hay una correlación significativa entre la composición de una novena sinfonía y una muerte temprana. Algo así como que… solo un 3% de los compositores que escribieron una novena murieron poco después. Pero aún así… ¡es un 3%! ¿Verdad? Y esos casos concretos, esos ejemplos, ¡son los que quedan grabados en la mente!

El caso es que, aunque mi mente racional me diga lo contrario, la idea sigue rondando mi cabeza. Tal vez sea la magia de la música, esa capacidad que tiene para conmovernos hasta las entrañas y hacernos creer en lo inexplicable. O tal vez solo sea una buena historia para contar, una forma de darle un toque de dramatismo a la historia de la música clásica. ¿Quién sabe? La verdad, me sigue encantando. Y cada vez que escucho la Novena de Beethoven… pues… se me ponen los pelos de punta. Sobre todo el final, ¿tú no sientes algo ahí? Algo… misterioso.