¿Cómo debe comenzar una oración?
Para empezar una oración, busca un lugar tranquilo. Luego, dirígete a Dios por su nombre, usando un apelativo como Querido Dios, Padre Celestial o simplemente Dios.
A ver, ¿cómo empiezo a hablar con Dios? Es algo tan… íntimo, ¿no? Me acuerdo de pequeña, arrodillada junto a mi cama, repitiendo las mismas palabras que me enseñó mi abuela. “Querido Dios…”. Ahora, de adulta, a veces me cuesta encontrar ese mismo… no sé… ¿esa misma conexión? Busco un lugar tranquilo, sí. A veces es en el coche, camino al trabajo, con el tráfico atronador fuera, pero un silencio extraño dentro de mí. Otras, es en el parque, sentada en un banco, mirando a los niños jugar. ¿Y qué digo? Pues no siempre es un “Querido Dios” formal. A veces es simplemente “Dios mío…” susurrado, casi sin querer. Otras veces, es un “Padre…” cargado de… ¿cómo decirlo? De una mezcla de esperanza y cansancio. Como cuando le cuentas algo a tu padre, esperando su consejo, su apoyo.
Es curioso, ¿verdad? Leí una vez que la oración no tiene que ser perfecta, que no hay una fórmula mágica. Algo así como que Dios nos entiende aunque nos expresemos mal, aunque no sepamos qué decir. Me tranquiliza pensarlo, porque a veces siento que mis palabras se quedan cortas. Como por ejemplo, la semana pasada, con lo de mi madre… No encontraba las palabras. Sólo podía repetir “Por favor… por favor…”. Y creo, bueno, espero, que me entendiera.
Y lo del lugar tranquilo… Sí, está bien. Pero a veces, la necesidad de hablar con Él te agarra en cualquier sitio. En medio del supermercado, esperando en la cola del médico… Y ahí, entre el ruido y la gente, cierro los ojos un segundo y… le hablo. Como quien habla con un amigo. Sin ceremonias. Sin frases perfectas. Simplemente… le hablo.
#Comienzo#Gramática#Oraciones