¿Cuáles son las unidades de medida del tiempo?

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¡Ah, el tiempo! Me fascina cómo lo medimos. El segundo es la base, sí, esa pequeña fracción del día. ¡Imagínate, un día entero dividido en 86.400 pedacitos! Aunque la definición haya cambiado, el segundo sigue siendo el ladrillo con el que construimos minutos y horas. Es como si intentáramos encajonar algo tan inmenso e imparable como el tiempo, ¿no crees? Un esfuerzo humano por darle forma a lo que es, en esencia, puro fluir.

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El tiempo… ¿cómo rayos lo medimos? Es algo que me da vueltas en la cabeza. El segundo, esa cosita mínima, la base de todo. ¡Ochenta y seis mil cuatrocientos segundos en un solo día! Me abruma solo pensarlo. A veces me quedo mirando el segundero del reloj, tic, tac, tic, tac… y me parece una locura que intentemos capturar algo tan escurridizo con estas divisiones tan… ¿rígidas? Sí, la definición del segundo ha cambiado, lo sé, algo de átomos de cesio y no sé qué más… pero la idea sigue siendo la misma: partir el tiempo en trocitos. Como si pudiéramos.

Recuerdo una vez, esperando en el dentista. Cada tic-tac del reloj en la pared era una eternidad. Cinco minutos se sentían como una hora. Y luego, ¿quién no ha vivido esos momentos en los que el tiempo vuela? Un verano con amigos, una tarde riendo con alguien especial… ¿dónde se fueron las horas? Es como si el tiempo se estirara y encogiera a su antojo, burlándose de nuestras pequeñas mediciones, de nuestros segundos, minutos y horas.

Ochenta y seis mil cuatrocientos segundos… ¿de verdad caben tantas experiencias en un día? A veces sí, otras… bueno, otras parece que ni uno solo. ¿No te pasa? Es como si el tiempo tuviera su propia personalidad, su propio ritmo, ajeno a nuestros relojes. Lo intentamos atrapar, definir, pero al final, ¿quién mide a quién?