¿Qué es metal y qué no es metal?

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¡Ay, qué fascinante el mundo de los metales! Me encanta esa sensación fría y brillante que tienen, esa conductividad que les permite transmitir el calor o la electricidad con tanta facilidad. En cambio, los no metales... ¡tan frágiles, tan poco colaborativos! Me parecen casi… rebeldes. Esa falta de brillo, esa resistencia a conducir… es como si tuvieran su propia personalidad, opuesta a la naturaleza dócil y eficiente de los metales. Es una división tan clara, ¡una dualidad preciosa en la naturaleza!

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¿Qué es metal y qué no es metal? Uf, ¡menuda pregunta! A ver, ¿cómo explicarlo? Me fascina el mundo de los metales, es verdad. Esa frialdad al tacto… ese brillo… casi hipnótico, ¿no? Recuerdo de pequeña, encontrar una moneda en la calle, ¡qué alegría! Ese brillo metálico me parecía mágico. Y es que transmiten… no sé… una sensación de solidez, de fuerza. Piensa en un puente de hierro, por ejemplo. Aguantando el peso de tantos coches, imperturbable. Esa conductividad… ¿te has fijado alguna vez cómo se calienta una cuchara metálica si la dejas en una taza de té caliente? ¡Alucinante! Los electrones fluyendo, transmitiendo esa energía… es como si tuvieran una autopista interior.

Los no metales, en cambio… son otra historia. Más frágiles, sí, más… ¿cómo decirlo? …independientes. Me acuerdo de una clase de química en el instituto, con el azufre, ese polvo amarillo tan… soso. Nada que ver con el brillo de, digamos, el cobre. Y esa resistencia a conducir… es como si se negaran a participar en el juego, ¿no te parece? Recuerdo que el profesor nos explicó algo sobre los electrones y sus órbitas, pero, sinceramente, ¡no me enteré de mucho! La cosa es que no conducen ni el calor ni la electricidad tan fácilmente. Es como si dijeran: “No, gracias, yo por aquí me quedo”. Un poco rebeldes, sí, como decía antes.

Es una diferencia tan marcada, ¿verdad? Metales y no metales… dos mundos casi opuestos. Brillo y opacidad, conductividad y aislamiento… una dualidad que, no sé por qué, me parece fascinante. Casi poética. ¿Será que me estoy poniendo filosófica? Bueno, da igual. Lo importante es que, aunque diferentes, ambos son esenciales. Imagina un mundo solo de metales… ¡frío y duro! O solo de no metales… ¡caótico y frágil! Necesitamos de ambos para… para que todo funcione, supongo. Es como el yin y el yang, ¿no? O el blanco y el negro. Dos caras de la misma moneda. Bueno, de la misma… realidad.